[Libre] Recién llegado

Dios, estaba cansado de todo aquello, había llegado a la ciudad hacía apenas un par de días y a pesar de haber logrado instalarse sin mayor dificultad, el cambio horario, el largo viaje y los dos días de intenso trabajo en la oficina hacían que todo le pareciese extremadamente pesado.

Esa misma tarde, al salir del trabajo decidió que la mejor solución era salir de fiesta o al menos hacer algo que se le pareciese, por lo que cuando llegó a casa lo primero que hizo fue darse una ducha, tomar una cena ligera, vestirse e irse, pero lo único que había encontrado era aquella taberna-karaoke, haciendo que extrañase de algún modo los clubes de NY.

Con pasos lentos pero seguros se internó en aquel lugar, iba vestido con unos pantalones negros algo estrechos de vestir que marcaban las partes justas y una chaqueta del mismo estilo y del mismo color que cubría su pecho, sin que ninguna otra prenda cubriera su pecho. De su cuello colgaba un collar plateado con un colgante en forma de llave y en la mano derecha, concretamente en el dedo corazón, portaba un anillo plateado con una diminuta piedra blanca brillante en el centro. Sus pendientes brillaron al entrar al local, igual que su mirada apreciativa, mientras se dirigía a la barra, meditando que iba a tomar, sentándose a la espera de que el barman apareciera.

-Otro tequila doble

Alcohol por piedad, necesitaba alcohol casi con desesperación, apuró el primer caballito de golpe y suspiró dejándolo sobre la barra. Estaba sentado de tal manera que casi parecía estar desparramado sobre la misma, medio acostado en ella, ocupando dos espacios, con el cigarro entre sus dedos y el cabello ligeramente desordenado por el aire que hacía allá afuera.

Se relamio los labios antes de tomar el cigarro entre sus labios. Tenía una buena cantidad de droga en el sistema, porque casi literalmente estaba vendiendo su talento a cambio de droga, de una droga mejor y más duradera. Y era tan feliz, tan... exquisita la sensación que no le importaa vender su trabajo, cosa que nunca antes jamás había hecho. Vender su arte... por droga.

Pero no importaba. Ladeo una sonrisita divertida al exhalar el humo y esta vez tomó el tequila de a pequeños sorbitos. Observó curioso al sujeto recién llegado, tenía cierto aire de estrella de rock y por un momento se pregunto si realmente lo era.

Sus orbes se se percataron de la "relajada" postura del francés, captando su atención por unos momentos, tratando de penetrar con su mar eléctrico en los luceros ajenos, identificándo al momento los síntomas: pupilas dilatadas, ojos brillosos... Definitivamente había bebido más de la cuenta, y puede que algo más, pero a pesar de ello, por la expresión de sus espejos verdosos podía decir que era perfectamente consciente de sus actos, y que de cierto modo había llamado su atención, por lo que ignorando todos los síntomas que el mayor demostraba le dedicó una de sus sonrisas, destilando pura sensualidad, mientras le pedía al amable barman un whisky de malta, sonriendo más abiertamente al recibir una copa de Glenfiddich, su marca favorita. Finalmente, con la copa en la mana acabó sentándose a pocos menos de un metro de distancia del pintor, haciendo tintinear los hielos antes de llevarse la copa a sus labios y darle un pequeño sorbo, deleitándose con su sabor.

Definitivamente debía dejar de embriagarse cuando se drogaba. No podía hacer las dos cosas al mismo tiempo, porque luego llegaban situaciones como esas, en las que el coqueteo de una persona significaba algo natural y agradable y no el pánico que debería representar.

Correspondió aquella sonrisa con algo de diversión y le dio un trago a su tequila, verlo tomar de aquella manera el whisky solamente se lo antojaba. Tal vez lo pediría después del tequila, después de todo eso de combinar bebidas ya no lo emborrachaba como antes.

Terminó su tequila de un solo trago y terminó pidiendo ron, mismo que le fue entregado sin demora. Probablemente estaba más consciente de sí mismo drogado y ebrio que sobrio y limpio. Así era su vida desde que podía recordarlo.

-Tu rostro se me hace tan familiar-le comentó al otro con la voz ligeramente ronca, sonrio coqueto y se encogio de hombros-Tienes cara de estrella de rock ¿Estoy en lo correcto?-volteo a verlo sinceramente curioso-

Observó como el mayor acababa con aquel trago de tequila como si de agua se tratase, para luego pedir otra copa distinta, apreciando por el camino los efectos que sus acciones provocaban, arrancándole una sensual sonrisa.

Ante las coquetas palabras de su acompañante no pudo evitar soltar una suave y agradable risa, penetrando las orbes amatistas con las propias, ahora ligeramente entrecerradas, mientras su cuerpo se inclinaba ligeramente hacia su interlocutor, disminuyendo las distancia que los separaba significativamente.

-Casi... Fui cantante durante unos años, pero decidí dejarlo... El glamour es más hermoso desde lejos.

Su voz fue susurrante, pura tentación y erotismo, sin perder la sonrisa que se había dibujado en su rostro escasos segundos antes, mientras ahora su vista se tomaba la licencia de analizar más detenidamente al francés antes de volver a centrarse en aquel par de brillantes luceros.

-Aunque luego... En privado... Puedo cantar algo para ti...

Era una clara invitación, como siempre no andaba con muchos rodeos, si quería algo lo decía, lo que los demás pensasen al respecto carecía de importancia. Además, no podía evitar coquetear, estaba en su naturaleza.

Su risa era deliciosa, enviaba extrañas corrientes de placer por todo su cuerpo. Se sentía extraño, entre asqueado por la sensación y deleitado por tener la capacidad de sentirla sin tener un ataque de pánico.

Bendita droga.

Su cercanía no fue lo que antes, su cercanía lo hizo estirar la mano y acariciar sus cabellos, curioso con la textura y suavidad de los mismos, no se perdía ni un momento su mirada, para grabarse a fuego aquellas expresiones, para no perder detalle de la manera en que él lo deseaba.

-Será un verdadero honor que hagas eso por mi-

Tomó un trago del ron después de decirlo, el calor en su cuerpo lo hizo soltarlo y desabrocharse un par de botones de la camisa, efectos de la droga en su cuerpo sin duda. Levantó la mirada y sonrio de nuevo. Si odiaba el sexo ¿Entonces porque demonios le coqueteaba?

-¿Y cuando podrá ser eso?-ladeo el rostro hacia un lado, apartándose el cabello de la frente

Sentía el placer que parecían causar sus acciones en él otro, junto con el coqueteo incesante que le dedicaba, deleitándose del toque del mayor en cuanto acarició sus finos cabellos que casi parecían de seda, invitando a quien los tocase a enredar sus dedos en ellos, a perderse en su agradable textura.

Sus oídos se centraban en cada una de las palabras que salían de aquellos finos labios, mientras su mirada seguía los movimientos que el de largos cabellos le dedicaba, no sabiendo si se abría la camisa por el calor o era otro signo más de su obvio flirteo, no dedicándole mucho tiempo a pensar en ello al observar su posterior sonrisa y su última pregunta.

-Tienes suerte... Precisamente esta noche puedo permitirme deleitarte con un pequeño concierto... A no ser que tenga algún plan mejor...

Su voz y su sonrisa destilaban sensualidad, al igual que su porte, mientras una de sus manos se deslizaba hacia el fino rostro de su acompañante, acomodando algunos mechones de aquel largo cabello, propiciando suaves roces entre sus pieles.

Un plan mejor... si, sexo, mucho, mucho sexo. Definitivamente, tener a Aleikos cerca, causando todas aquellas reacciones no era bueno. Lo hacían coquetearle a personas como Shin, que parecían destilar sensualidad por cada poro de su piel como si se tratase de algo natural. Ladeo una sonrisa encantadora y coqueta al verlo de nuevo.

-Planes... no, pero siempre podemos ir a otro lado y descubrirlos-le guiñó un ojo descaradamente-Mientras cantas para mi

Cantando para él, sobre su cuerpo, él con las piernas alrededor de sus caderas, estremeciendose completo por sus atenciones. Le dio un trago a su bebida cuando la garganta pareció secársele solamente de considerar la imágen como algo posible.

-Uno no necesita planes cuando sabe que se la va a pasar bien con la compañía ¿Cierto?

Gracias a que aún no había separado sus dedos de aquella suave piel pudo captar plenamente el estremecimiento que recorrió aquel cuerpo, dedicandole una última caricia antes de apartarlos completamente, pudiendo identificar sin fallo alguno que aquel escalofrío se debía nada más ni nada menos al placer anticipado, haciendo que su sonrisa se ampliase aún más por ello y por el galanteo que el otro mostraba en cada acción que realizaba.

-En eso tienes razón, para que hacer planes si es mucho más placentero improvisar por el camino...

Fue un simple susurro, pero perfectamente audible para su acompañante a causa de su cercanía, mientras sus orbes relampagueaban, penetrantes, nadando por las lagunas ajenas, perdiéndose en su inmensidad, dedicándose a disfrutar de aquel placentero momento.

-¿En tu casa o en la mía?

Una sonrisa depredadora y que contenía algo de diversión se dibujó en su rostro al decir aquellas palabras, ya no tenía nada más que decir, entre los dos las cosas habían quedado perfectamente claras, querían unir sus cuerpos en el sexo más caliente que pudiesen imaginar, y no pensaba decepcionar al francés.

-Por supuesto-sonrio de acuerdo con sus palabras

Llevarlo a su casa... donde había drogas por todas partes... donde muy probablemente se daría cuenta de su adicción, su casa era un cuchitril solamente para dormir y pintar porque hasta eso tenía buena iluminación. Su casa no era para ir a follar con alguien. Era una ofensa a la vista. Ni siquiera estaba bien arreglada. No, no podía llevarlo a su casa.

-Tu casa

Además, en la casa del otro podría conocer que tipo de persona era, no que le importara demasiado, estaba drogado hasta su madre, comenzaba a embriagarse considerablemente y eso únicamente sería de una noche, le dio un trago a su bebida esperando de su respuesta y observó el cigarro algo ausente.

Sonrió ante la respuesta del otro, percibiendo como su mirada se perdía en el cigarrillo, pero habiendo captado segundos antes un pequeño brillo de curiosidad en las lagunas ajenas.

Antes de siquiera contestar aprovechó la mirada ausente del otro para pagar ambas cuentas, sin importarle lo que pudiera elevarse la consumición del francés, pagando la cantidad que le dijeron, incluso dejándole lo que sobraba al barman de propina. Una vez hubo finalizado aquello alargó su mano hasta el pitillo ajeno, robándoselo para darle una calada antes de volverlo a dejar dónde lo había cogido mientras dejaba escapar el humo de entre sus labios.

-¿Vamos?

Sin esperar realmente respuesta del mayor enlazó sus dedos con los ajenos, llevándolo fuera del local, conduciéndolo tranquilamente hasta su casa, permitiéndose disfrutar de la calidez ajena y de la suave brisa que removía sus cabellos.

Spoiler:

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