Veinticuatro

Veinticuatro, esa noche cumplia 24 años, en pleno San Valentín, cuando las parejitas solían preferir irse a cenar a solas... A menos de que alguien les ofreciera pasar una velada en un hermoso hotel, con comida fina, vino, deliciosos canapés, exquisita música y ambientación digna de revista, además de la posibilidad de conocer a los más influyentes empresarios y ricos y los más talentosos artístas emegentes y reconocidos.

No era un error pensar que su cumpleaños, más que una pequeña celebración, era todo un evento social, casi de negocios.

Y allí estaba, con su elegante vestido negro, cercana a las escaleras por las que había que bajar para llegar al Bar, mirándo su reloj, entretenida con la delicada música en vivo, con el sonido de las cuerdas de violines, viola, chelos y contrabajos que eran manipuladas tan magestralmente que uno podría jurar que sus voces eran el éxtisis último del orgasmo de esos instrumentos. Lo mejor, siempre lo mejor, sobre todo si se trataba de música.

Jugando con el Cosmopólitan en su mano, se dejaba embriagar por los sonidos más que por el alcohol. Lo invitados no le preocupaban... sabía que ya llegarían.

Vestido:

El hotel:

Era catorce de febrero, y sus planes para aquel día habían sido trabajar e ir a algún lugar en busca de un ligue para calentar la cama aquella noche, o puede que más allá de eso, pero debía ser realista... En San Valentín todo el mundo iba por la calle con su pareja bien acaramelados, regalando y/o recibiendo chocolate de su Valentín y disfrutando de maravillosas sesiones de sexo después de una romántica cena a la luz de las velas, y todo aquello no hacía más que recordarle antiguos catorces de febrero, y relaciones ya marchitas. Era demasiado deprimente. Por esa razón, contradiciendo sus costumbres, aquel año había decidido ir a aquella celebración que alguien al que no conocía se había molestado en invitarle tan amablemente.

Con un sencillo, pero no por ello barato, regalo se dirigió al hotel que le habían indicado en la invitación. Iba vestido con un sencillo esmoquin negro, su camisa era blanca, y en lugar de la típica pajarita llevaba un lazo fino de un color naranja claro que hacía destacar sus brillantes orbes ambarinas que escrutaban curiosas la amplia sala en la que se encontraba. ¿El regalo que llevaba? Una hermosa joya con brillantes engarzados, para concretar más era un broche en forma de mariposa, realmente elegante, al igual que el papel que lo envolvía.

Cuando recibió la invitación indicándole que había sido invitado a aquella elegante fiesta de cumpleaños, no pudo evitar pensar que las noticias volaban realmente rápido en Londres. No había establecido contacto con sus progenitores desde que había llegado a la ciudad, y pareciera que estos tampoco tenían deseos de establecer algún tipo de unión con él, puede que por el resentimiento que su fuga aún pudiera hacer que ambos albergaran en su interior. Fuera lo que fuera lo que le mantenía alejado de su familia sabía que acabaría si asistía a aquella celebración, aunque aún quedaba la pequeña posibilidad de que sus padres no establecieran contacto aún, demasiado ocupados desde la muerte de su hermano menor. Negándose a pensar más en aquel tema, y evitando seguir preocupándose por algo que no sabía si ocurriría decidió asistir a aquella fiesta ya que se habían tomado las molestias de invitarle, además, en su trabajo era bueno conocer gente para ver que tan limpias estaban las aguas, o si sólo era apariencia.

Inicialmente había pensado ir como era su costumbre, pero debía admitir que en ocasiones le confundían con estrella de rock o en su defecto con un acompañante, y no creía que a la anfitriona le hiciera mucha gracia esto último, por lo que decidiendo ser amable acabó asistiendo con un traje oscuro de camisa blanca y con una elegante corbata de un suave color lavanda que hacía destacar sus orbes eléctricas y su rubio cabello. Como acompañante llevaba un pequeño regalo comprado casi a última hora, un par de pendientes de plata largos con amatistas incrustadas, era hermoso y un regalo que difícilmente disgustaría a alguien del que no conocía nada.

En cuanto llegó se percató de que no era el primero, pero tampoco tenía grandes deseos de comenzar a socializar en aquel mismo instante, por lo que al igual que el fotógrafo se dedicó a admirar la sala, sin reales ánimos de que aquello se convirtiera en una celebración de la alta cuna londinense.

Una invitación había llegado a su puerta a mirarla reconoció el apellido, estaba pensando seriamente en no ir y sólo mandar una disculpa con el presente, pero terminando de unas horas le convencieron de ir, aunque no quisiera dejar sólo a su pequeño bebe termino aceptando dejando a su lindo niño con la nana para que lo cuidara y dejando recomendaciones para cualquier situación.

El tiempo apenas le permitió comprar un regalo decente y un vestido adecuado para la ocasión era en tono oscuro con leve detalles platinados, era un vestido de cuello medio alto, sin mangas delineando la parte del torso, dejando un suave vuelo en dos caída, la primera con detalle plateado en la orilla y el segundo en un toque más blanco, en el hombro derecho una rosa que dejaba caer un listón de tela amplia hasta la cadera dejando que de esta forma parecía ocultar su pecho.

Una invitación interesante llegó a su casa y eso era divertido porque sospechaba que cierta persona estaría allí, decidió ir sólo por ese hecho ya que era demasiado entretenido y si fuera sólo por ir sería de lo más aburrido, no tardo en decidir que llevar cualquier cosa le quedaría bien además sólo era una fiesta, aunque claro eso no significaba que iría todo fachoso.

Dejo a Lud ya que seguro no desearía un panda rojo por todos lados así que dejo su alimento y aseguro que no quedara nada suelto que pudiera lastimar a su linda mascota, salió cuando estuvo listo abordando un transporte que rento aunque él hubiera estado bien en taxi, pero bueno así ya tenia como regresar más tarde, no tardo en llegar viendo el lugar con ese glamur que destacaba que clase de evento era.

Su entrada no fue de lo más sorpresiva como siempre aquellos de la prensa que tomaba noticia de quien fue, de quien falto, quien iba con quien, en realidad ser de un mundo así no era tan bueno a veces, su vestimenta era sencilla, pantalón oscuro en conjunto con camisa del mismo color y un chaleco gabardina que combinaba con todo la prenda, un peinado rebelde dando aire más juvenil.

Iba "elegante", en un traje negro que sabía que le gustaba a la cumpleañera porque en alguna ocasión había hecho un comentario sobre otra persona que lo llevaba. "Está bien, pero se te vería mejor a ti, no tiene suficiente..." y no demás realmente no le interesaba recordarlo. Zina tenía una forma muy particular de decir las cosas a veces.

Del ambiente sólo podía decir que no había podido esperar menos de ella. Música instrumental en vivo, un lindo hotel, bar... y un moneton de personas que seguro ni ella conocía.

Dejó su regalo en la mesa cercana a la entrada mientras discretamente trataba de ubicar algún rostro conocido, o al menos familiar. Claro que al instante, en cuanto notó a uno en particular, se arrepintió de haberlo hecho.

Había llegado al lugar acompañando a su tío Érico. En un principio el plan había sido que él se quedaría cuidando a su primo, pero sus planes se vieron drásticamente modificados cuando él mismo recibió una invitación a la fiesta de esa persona y, no sólo eso, también una llamada donde la empresaria le preguntaba si quería hacerla de traductor en su evento ya que se suponía que algunos de sus parientes de irían. Por el apellido, supuso que se trataban de alemanes y, estando a punto de aceptar, recordó en lo que había quedado con su tío.

Para su suerte, su tío le dijo que no desaprovechara la oportunidad (y que se cuidara de la anfitriona), que él se las arreglaría.

Así que, allí estaba, nervioso pero con la mejor de las disposiciones, encantado de conocer a nuevas personas y, claro, empezar a tener trabajos un poco más formales.

Entraba en pasos calmados, hubiera deseado mandar un represéntate y no ir, pero todos esos ancianos volvían a lo mismo de que no seria cortes que si esto y el aquello, en realidad no los escucho pero para callarlos fue, aunque hubiera preferido mil veces ir con Eliot pero seguía negado a la idea, bueno igual le dejo ropa por si se animaba a ir, esperaba que si o tendría que huir temprano de aquel evento.

La rutina de siempre se siguió dejar el regalo acercarse a la cumpleañera para felicitarla y cordialmente cederle el puesto a otro para que hablara con ella antes de colarse entre la gente para perderse, dejándose ver para luego huir sin que nadie lo notara, además que procuro no vestirse llamativamente, una camisa gris, un pantalón negro con saco del mismo color.

Notó como algunos iban llegando y sonrió ligeramente, aunque en silencio ideaba la amenaza perfecta para su lindo amigo y oficinista por no estar allí una hora antes, como le había dicho. Lo asesinaría, o, al menos, lo dejaría sin paga una semana...

Claro que sus importantes invitados no tenían que saber eso.

Dejó su copa vacía en la barra del bar y, notó a uno de los pocos que realmente serían conocidos de ella y, saludando primero con un gesto amable a los demás, se acercó a ese hombre en particular.

“Érico, pensé que no vendrías.”

"Porque no iba a venir"

Admitió para saludarla poco después, echando un vistazo a donde Orel, para ver que estviera bien, considerando lo nervioso que había estado en el camino, vigilando que Nadir no se le acercara.

"Pero encontré quien cuidara a Mishka"

Siguió la mirada del mayor a donde el otro rubio y rodo los ojos. ¿Alguna vez iba a cambiar el militar?

"No le pasará nada, no seas paranoico. No es un niño, además, estos eventos le sirven" comentó refiriendose al sobrino del hombre, marcándo una suave suspiro. "Qué bueno que le encontraste niñera. Una buena espero"

Se pasó elegantemente el cabello detrás de la oreja.

"Como sea... Ven, hay alguien que seguro te interesaría conocer"

Lo guió a través de la sala hasta donde se encontraba uno de sus invitados, sonriendo con una curvatura apenas visible de sus labios.

"¿Shinkawa Blackwood? Me alegra tener la oportunidad de conocer al jefe de policía" extendió su mano a la persona en cuestión para hacer su propia presentación "Zina Faber, empresaria de Hampstead, encantada..."

Se movió apenas para tocar uno de los fuertes brazos de Beltrán, para asentuar a quien se referiría después.

"Permitanme presentarlos: Beltrán Érico Wohlmuth, militar de alto rango; Shinkawa Blackwood Carlisle, jefe de policía. Según oí, tiene la vocación en la sangre. Por favor, corrijame si me equivoco, ¿su madre era también militar?"

Ya se había librado del regalo al dejarlo junto a todos los demás, apreciando con su eléctrica mirada a alguno de los invitados sin poder ni querer evitarlo, pero con toda la discreción que alguien con su entrenamiento había podido adquirir. Entonces, la anfitriona se acercó a su persona con una deslumbrante sonrisa, extendiéndole la mano, la cual besó tal y como le habían enseñado cuando aún se codeaba diariamente con la alta alcurnia. Escuchó todas las palabras amables y calculadas que la morena le dedicó con aquella sonrisa probablemente fingida que correspondió a ambos con su natural sensualidad, dispuesto a responder amablemente a todas sus cuestiones.

-Es todo un placer conocerlos, permitame felicitarle por su cumpleaños y por la magnífica fiesta. Respecto a lo de mi madre... Lamentablemente se casó muy joven por lo que no pudo seguir la tradición familiar, pero mi abuelo si que ha ejercido durante largos años en la milicia. Puede que usted haya tenido la oportunidad de trabajar con él, por lo que aprendí de él es muy dedicado y disciplinado.

Sí, su abuelo era extremadamente estricto y severo cuando le entrenaba, odiaba que cometiera errores y podía ser partidario de castigos no muy ortodoxos, pero precisamente por su papel en la milicia sabía como no dejar evidencia alguna.

No estaba acostumbrada a esos eventos aun se movió lentamente por aquel salón pasando a tomar una bebida sin alcohol, dio un sorbo sintiendo aquel dulce sabor que refresco un poco su garganta y la distraída para no sentirse tan perdida en aquel lugar, se sentó cercana a unas de las mesa sólo observando pues no conocía a nadie realmente su mundo aun no era tan grande, cuando por fin encontró alguien conocido lo vio perder entre la multitud pasando a dejarlo simplemente pasar.

Personas por aquí y por allá saludo a unos cuantos que era de su mismo habito de trabajo que en esos momentos hacían compañía, era peculiar cuando eso pasaba pero aquello no le importaba realmente entre su búsqueda por un objetivo encontró a Orel, pero no tardo en desaparecer de su mirada siguió buscando hallando a su lindo "cuñadito" decidió irlo a molestar, pero la anfitriona le gano hizo un puchero entonces debía de buscar otro nuevo objetivo.

"Oh, ya veo. Mi error."

Se disculpó con la misma sensación de culpa que lo haría una niña intentando convencer a su padre de ir a comprar helado aun después de mostrarle sus malas notas.

"Me alegra que haya podido venir y espero sinceramente que disfrute de la fiesta, yo por el momento debo ir con el resto de los invitados, pero le dejo con el comandante. Confio en que no le aburrirá. Ahora... con su permiso."

Le dió un pequeño y apenas perceptible golpecito a Beltrán en el brazo, marcando su salida y, también en una forma de incentivarlo a hablar ahora que ella debía hacer sus labores de anfitriona con otros de sus invitados. Esta vez, dirigiéndose a donde estaba uno que le daba algo de gracia, ¿por qué no adminirlo? En cada fiesta se hacía de una pequeña distracción para su propio aburrimiento y, en esta, el mismo sobrino de Beltrán era quien tenía el honor de ello.

"Hola. Orel, ¿cierto? ¿cómo estás? ¿disfrutando la fiesta?"

Así que ya iban a empezar con eso. Zina Faber no perdía tiempo, eso era seguro, y allí estaba él, siguiéndola por el salón hasta donde se encontró con otro rubio que estaba casi seguro que conocer, al menos, de vista, explicándoselo cuando la anfitriona lo presentó como el Jefe de policía.

Vio todo el pequeño ritual de presentación sin hacer mucho al respecto, dejándola hablar, entretenerse, tal vez, mas escuchando atento a ambos. Sintiendo después la palmada en su brazo para intercambiar apenas una mirada con ella, apenas, porque parecía tener prisa por ir con Adrian.

De verdad esperaba que su sobrino hubiera ido preparado para esa reunión.

Suspiró para volver la vista a la persona que le acababan de presentar.

"Lamento eso. 'Beltrán' está bien para mí. No tenemos que hablar de cosas del trabajo si no quiere..."

Divisó con su vista periférica a uno de los meseros que andaban por allí ronrando, llamandolo para que se acercara.

"Un whisky y..."

Miró a su acompañante para cederle la palabra y que pidiera lo que deseara de beber para dejar al mesero poco después por las bebidas de ambos.

Estaba algo distraido, algo nervioso entre la gente desconocida pero a la que sonreía con respeto...

Se movia apenas entre la gente, sin saber dónde "iba" él o dónde debía de estar. No había pensando que la anfitriona se llevaría a su tío y el quedaría así como un pequeño gatito perdido, sin saber qué hacer... Pensóe n pedir algo de beber, una limonada, nada más y, mientras a esperaba, vio con sorpresa que la anfitriona que apenas hacía poco se había ido con su tío, volvía... sin él.

"Ah..."

Se esforzó por sonreír, aunque sus nervios de "primerizo" eran evidentes.

"Sí, Orel...Mucho gusto en conocerla. Me gusta mucho el hotel y la decoración, tiene muy buen gusto"

"¿Te gusta? Me alegra" le hablaba como si se tratara de un chico por lo menos unos 5 años menos de los que realmente podía tener, pero no le importaba, no demasiado realmente. "¿Te gustaría conocer al dueño?"

Realmente no le dio tiempo de contestar antes de hacerle una seña para que la siguiera, caminando mucho más segura que él, llegó antes a donde estaba el dichoso dueño del lugar, uno que alguna de sus fuentes le había hecho saber que gustaba de divertirse de formas peculiares.

"Kaled Meier... he oído algunas cosas interesantes de usted. Me alegra que se haya dado oportunidad de venir" dijo con fluides, para no perder el tiempo que había ganado adelantandose al traductor. "De hecho, por prmitirme usar su hermoso hotel para mi evento, me he permitido hacerle un... regalo, podríamos decirlo"

Volteó a ver a Orel y sonrió al saberse ya en su rango auditivo, volviendo la atención al otro rubio por momentos.

"Permitanme presentarlos. Orel Adrian Wohlmuth, estudiante de idiomas, y aspira a ser traductor. También piensa que tiene un muy bonito hotel."Al concluir con la presentación de uno, miró al sobrino de Beltrán y continuo. "Orel, él es el joven Kaled Meier, quien heredará este bonito hotel y, además, es casi de tu edad. ¿Por que no hablan un poco?"

Miró a Kaled y con discresión le guiño un ojo. Si hablaba su mismo idioma y tenía gustos similares en juegos, entendería.

"Si me disculpan... en un momento vuelvo. Los dejo en buenas manos"

"Yo..."

Lo cierto es que la joven apenas y le había dado tiempo de contestar cuadno ya había empezado a caminar. ¿Por qué preguntar entonces?

Siguió sus pasos, o lo intentó, quedandose un poco atrás, entre "disculpe" y "compermiso" que al parecer la anfitriona no había necesitado en absoluto para abrirse paso por el lugar. Apenas estuvo cerca, notó que la joven ya empezaba su presentación. Sonrió, tratando de aparentar calma, al menos lo mejor que pudo, y saludó.

Cuando la mujer se fue, suspiró internamente, aliviado y un poco menos nervioso. El otro rubio parecía una buena persona.

"Mucho gusto"

"Al contrario el placer es nuestro a ver que haya tomado en elección nuestro hotel."

Le agradeció siguiendo el protocolo, pero más interesante que eso parecía ser la propuesta que le traía de manera silenciosa, escuchó la presentación que dejo de una forma rápida aunque adecuada para una presentación formal, le permitió retirarse dejándole una reverencia sin mencionar palabra alguna aun, pero eso era porque veía que haría el ajeno.

"Buenas noches, Un placer conocerlo Joven Wohlmuth."*

*Habla en japones

Escuchó las palabras de la mujer, correspondiendo a todas ellas con toda la educación y amabilidad de la que podía juntar, aceptando sus "disculpas" y su elegante despedida, centrando segundos después su atención en el mayor, sonriendo más sinceramente ante las palabras y la actitud que el otro mostraba, pareciéndole más sinceras y reales que las que la morena anfitriona le había dedicado en el breve período de tiempo que habían compartido. Además, sabía a apreciar un hombre con buen gusto.

-Otro whisky para mi...

Contestó al servicial camarero, viendo como se iba para atender el pedido de ambos. Entonces, se dispuso a contestar a las primeras palabras del militar, intentando tranquilizarle con su tono calmo y cálido.

-Puedes llamarme Shin, es más corto y fácil de recordar que Shinkawa. Pero no hace falta que te disculpes, estoy acostumbrado a este tipo de formalidades, a mis padres les encantaba asistir y realizar este tipo de eventos... Y supongo que cuando vives en Londres es casi imposible evitar asistir a uno de ellos... Respecto al trabajo... No me importa para nada hablar de él, pero prefiero no hablar de mi familia, es algo demasiado... personal. Entonces... ¿Porqué militar? Si se puede saber.

Al final los Usami habían tenido que ir, aunque decidieron irse turnando, por lo que el primero en asistir seria él, solo debería estar un par de horas, hacer lo habitual, ver las relaciones que podían formarse, en fin nada fuera de lo común, posterior a ello, debería de ir a encargarse de los asuntos que aquejaran a la familia y los negocios, puesto que no podía dejar botada su agenda, era la solución más practica que habían encontrado , aunque si por él fuera hubiese mandado la invitación de regreso inmediatamente después de que llegara, con una disculpa y algún regalo lujoso, pero siendo decisión mayoritaria no había mucho que hacer

Desde que recibió la invitación se dedicó con esmero a prepararse para el evento como si se tratase de su propio cumpleaños; el regalo un fino collar con un dije de esmeralda; el vestido acorde, rojo y ceñido… cabello recogido completamente en un elegante peinado adornado con piedrecillas y pequeñas flores; sin acompañante por supuesto, no estaba muy bien visto llegar sola, pero lo prefería a andar arrastrando por el lugar a alguien… ese tipo de fiestas eran la oportunidad perfecta de encontrar algún benefactor o prospecto interesante; así que sacrifico el llegar sola con la idea de salir acompañada después claro de regalarse con la magnífica velada…

¿Quién era esa Zina ahora que lo pensaba? No alcanzaba a recordar haberla visto nunca y tan pronto llegó al hotel sobre un carruaje acorde a la noche y el lugar; y se vio rodeada de ese ambiente tan distintito de la clase alta, le empezó a entrar la duda de que la invitación le había llegado por error.

Allá ellos… yo lo voy a aprovechar... entró y dejó el regalo donde correspondía con la etiqueta de agradecimiento y felicitación correspondiente, después barrió el sitio con la mirada y empezó a andar lentamente, como buscando algo sin buscar… aquella fiesta parecía recién comenzar y aunque no veía a nadie conocido aún… era cuestión de tiempo.

vestido:

Spoiler:

Un elegante traje negro, camisa blanca de seda y corbata color azul; iba sin acompañante porque reparó muy tarde en la invitación que le había llegado, tan ocupado había estado con los negocios y las clases que apenas ese día temprano notó que la fecha estaba literalmente encima; sin embargo era una empresaria conocida en toda Inglaterra, quizá más allá de esas fronteras también lo era, no podía dejarlo pasar.

El regalo fue enviado aparte y para cuando él atravesó la entrada del hotel, el Caravaggio que traspasó a propiedad de la señorita Faber había sido entregado con todas las precauciones habidas y por haber; no lo consideraba excesivo… en realidad, entre este tipo de esferas nada de lo que se hace en excesivo, mientras tomaba una copa ofrecida por uno de los meseros sonrió sintiéndose complacido por cumplir con ese pequeño gusto y placer.

Había visto llegar a los demás invitados, y como la anfitriona parecía moverse con elegancia y sutileza, juntando a sus invitados aquí y allá. Antes de que llegara su turno, aunque ni siquiera sabía si estaba en los planes de la morena, pero prefería no arriesgarse, por lo que disimuladamente se perdió entre la gente dirigiéndose a la barra para pedir algo de vino blanco.

De todos los invitados que había visto llegar el único al que conocía era a Nadir, pero no se encontraba del humor suficiente para socializar, además de que le convendría abrir sus horizontes, pero odiaba tanto aquel tipo de celebraciones... Creyó ingenuamente que al abandonar a su familia y el pequeño escándalo que se había formado con su marcha no se vería en la obligación de asistir a aquellas formalidades, pero parecía que aquel suceso no había tenido tanto impacto como imaginaba, o que sus habilidades en el campo de la fotografía eran lo suficientemente sobresalientes como para aplacar cualquier otro incidente.

De sus labios no salió nada más que un suspiro de puro cansancio, mientras sus orbes ambarinas recorrían el recinto, en busca de alguien interesante o entretenido con el que charlar, o hacer algo mejor.