Soliloquio

El sonido de aquella taza quebrándose le tomó por sorpresa, y se asustó un poco al ver la mano de Alvah escurrir de té; se apresuró a tomar una servilleta para inclinarse hacia el tomando con cuidado su mano.

-Oh Alvah… eso fue… mira!...-

No lo había notado antes porque el té era oscuro o eso pensó, sin embargo conforme el color fue tornándose rojizo adivinó que al final el rubio se había cortado, se levantó aún sosteniéndole la mano con cuidado con la palma hacia arriba…

-Ven…-

Le pidió mientras buscaba con la vista el baño de hombres, una vez que lo localizó esperó que el escritor se pusiera de pie para ir, planeaba meterle la mano en el chorro del agua, revisar que no hubiera rastros de vidrio y luego envolverlo en su pañuelo.

-No es nada -dijo pese a lo alarmado que parecía estar Armand, más enojado por haber hecho un desastre en la mesa que por la posibilidad de haberse cortado.

Oh, pero el detalle fue cuando Armand pareció querer que se levantara del asiento. Había un pequeño problema con eso.

-No, estoy bien, sólo es un rasguño -insistió un poco sonrojado, tratando de obtener su mano de vuelta.

-No que va, sólo es sangre…-

Dijo irónicamente mientras insistía en mantener la mano del rubio con la palma hacia arriba y que no la moviera demasiado, al parecer no estaba dispuesto a levantarse y asumió que era por el desastre de la mesa, ya que le dio la impresión de que la miraba un tanto molesto.

Se negó a regresarle su mano, y al contrario le tomó con la otra por el brazo mirándole a los ojos fija e inquisitivamente, seguia esperando que fuera con él...

-Levanta… quiero limpiar ese corte…- se inclinó para quedar a la altura de su oído y que sólo él lo escuchara –anda... vamos ahora que aún no sientes dolor…-

-De verdad no es nada -le podía más la gran vergüenza que podía pasar de ponerse de pie que el pequeño corte.

Y que Armand se acercara a susurrarle al oído no ayudaba en nada, absolutamente en nada a la verdadera razón de su resistencia, sino que sólo aumentaba el rojo de sus mejillas y su insistencia en permanecer en la mesa.

-Sólo... dame 5 minutos -pidió bajo.

Eso era tan, pero tan vergonzoso.

Seguía mirando la mano del otro de la que ya no goteaba té mezclado con sangre, si no únicamente sangre… y seguía negándose a levantarse… se vio tentado a tirar de él y llevarlo a rastras… pero dedujo que no se tenían tanta confianza y eso al final resultaría ser una grosería de su parte…

-Ufff… ¿Qué sucede?... cuanta necedad…-

Al ver que de plano no iba a levantarse de ahí tomó una copa de agua que estaba a medias y la vació sobre la mano ajena, luego se puso de cuclillas a su lado, sosteniéndole de la muñeca para ir revisándole con cuidado, procurando quitar restos de la taza que se hubieran quedado ahí…

-En 5 minutos estarás peor…-

Sacó su pañuelo para usarlo improvisadamente como venda, envolviendo la mano ajena con cuidado de no presionar de más…

-Es solo un raspón -insistió, aun más apenado al verlo en cuchillas a su lado, atendiéndolo.

Desvió la mirada, respirando hondo, procurando mantener las piernas bajo la mesa, sin querer pensar demasiado en nada. De verdad, nada.

-No es que me vaya a desangrar ni nada...

Se le salió una sonrisa de lado, aun sin mirarlo, limpiando un poco la mesa con la otra mano, medio entretenido.

-Menudo asesino que no puede ver sangre.

Se rió porque evidentemente sólo era un raspón, alejó con un movimiento suave de mano a la señorita que trató de acercarse para ayudarle con la mano del rubio, aunque una vez que terminó de vendarle no pudo evitar que un mesero se acercase a retirar la taza rota, volvió a su sitio aún con la sonrisa enmarcándolo y sacudió un ultimo pedazo de vidrio o porcelana que estaba frente a su sitio…

-Desperdiciarla sobre un mantel cuando es toda mía… incluso un par de gotas… ¿Quién te lo ha permitido?-

Susurró en lo que parecería en realidad un seseo aterciopelado haciendo énfasis en el “mía”, sin embargo la sonrisa que secundó a ese comentario fue más bien una amable, hablar de esos temas había demostrado ser ligeramente peligroso… al menos para la porcelana de ese lugar.

Susurró un "lo siento" a las personas que se habían acercado, a veces intercalándolo con un más quedo "no se preocupe" y demás.

Sonrió al ver el vendaje improvisado y las manchitas rojas que se habían hecho por apenas una cortada menor y que hacía parecer como si se hubiera lastimado mucho realmente. Sólo era fácil que sangrara de heridas pequeñas. Al parecer hasta su cuerpo era dramático para esas cosas.

-Tal vez... deba dejarte reclamarla después, en el río...

Una vez que todas las personas que se habían acercado se retiraron definitivamente y las miradas que habían sido atraídas a la mesa volvían a lo suyo, el sonido de las conversaciones reanudándose le dio a Armand la tranquilidad como para suspirar brevemente y echarse el cabello hacia atrás, considerando por primera vez que tal vez si había exagerado.

-Jajajaja… ¿Estás seguro? Podría tomar tu palabra…-

Susurró mientras le miraba a los ojos con la calma de hacía pocos minutos que seguian el hilo de aquel peculiar juego de roles, extendió su mano a propósito en la mesa pretendiendo que era un movimiento meramente errático para hacerla rozar brevemente con la ajena.

-Bueno... sería... la idea -respondió con una pequeña sonrisa.

El roce de la mano ajena contra la suya lo sintió como un "toque", con una pequeña electricidad que se iba recorriendo como escalofrío por su brazo hasta su espalda, haciéndolo hacerse un poco para atrás en su asiento, sintiendo la piel de gallina incluso en el cuello de ese lado del cuerpo.

Qué... particulares reacciones del cuerpo.

-Me inquietan sus métodos.

Sonrió imaginándoselo erizándose… miró atentamente sus brazos queriendo adivinar si estaba sufriendo de calosfríos en esos momentos… ¿cómo le llamaban? Ahora mismo no era capaz de recordar el nombre coloquial y se alegró de no tener que decirlo, se echó para atrás en su asiento nuevamente mirándole en todo momento al rostro para buscar leerlo lo mejor posible.

-¿Por qué?... pensé que los habías encontrado gratos… -

Susurró burlándose, apoyó el brazo derecho en la mesa mientras se acercaba nuevamente a él, muy cerca de su rostro para susurrar

-¿Me dirías ahora porqué no accediste a levantarte?- sonrió brevemente bajando un poco más la voz –¿O tendré que averiguarlo allá en el río?...-

Se sonrojó de nuevo, y frunció ligeramente el ceño, apenas notando como se había hecho hacía atrás en su asiento por puro instinto, como presa asechada por su cazador... Y era eso, ¿no?

-Digamos que... la taza y lo otro... lo puedes achacar a una imaginación vívida -respondió muy bajo luego de unos segundos de silencio, porque mejor contestarlo y acabar con la tortura allí, o seguir arrastrando el tema por el resto de la velada, porque quería suponer que continuaría...

Si es que ese comentario no lo arruinaba todo, avergonzado ya estaba. Suspiró, sintiéndose como colegiala sensible frente al líder del equipo de rugby. ¿Qué rayos con él?

Una imaginación vivida… se repitió eso un par de veces mientras le miraba a los ojos, y la ligera zozobra del otro le dio indicadores de a qué se refería en particular, sonrió lentamente cuando la posibilidad de que la imaginación se le hubiera ido a los pantalones le llegó a la mente, eso habría sido increíble… se echó el cabello para atrás disimulando un poco lo llamativo que esa idea no dicha le había resultado…

-Vaya… interesante… mucho…-

Se deleito con las palabras, ese pequeño adjetivo mientras miraba al escritor con atención tratando de adivinar si la imaginación se había calmado ya, o aún quedaban ligeros rescoldos… cuando la velada terminase ya se reprocharía por su completa falta de pudor mental.

Le sonrió largamente de nuevo… hacia rato habían terminado con sus bebidas los dos, se pensó lo de hacer ese dichoso paseito por el río y continuar esa especia de juego morboso que habían estado jugando… o comportarse un poco más… tomar otro café… quien sabe…

-¿Quieres beber algo más?.... ¿O… pasear por el río?-

Lo maldijo, al menos un par de veces, en su cabeza al ver esa sonrisa complacida en sus labios, al escuchar una respuesta que, si bien no era "negativa", era... simplemente no podía ponerlo en palabras. ¿Triunfal?

Eso sólo lo hizo sonrojarse más, aunque llegó a una ligera indignación que... decidió pasar por alto mirando los ojos del italiano, suspirando bajo para ignorar la propia histeria, y luego mirar a algún otro lado del lugar.

-El río...

Porque, bueno, ya no se sentía cómodo en la cafetería ahora que había logrado atraer tanta atención que, si bien ya no estaba sobre él, no podía de dejar de sentirse aprensivo al respecto. Una especie de fobia que tenía hacia la gente.

Bien, esa respuesta no la esperaba… pero no queriendo romper con el momento levantó sutilmente la mano llamando al mesero que les hubiera atendido antes, el mismo que había llegado después a levantar un poco de porcelana hecha tris de la mesa.

-El río será…-

Susurró a su vez mientras esperaban la cuenta y miraba de soslayo al rubio, se preguntaba si aquello no podría irse a malinterpretar de formas poco sanas, pero honestamente el pensamiento duró lo que un copo de nieve sobre la estufa encendida. Espero a pagar la cuenta para poder salir de ahí después de colocarse bien la chaqueta… afuera haría frío… junto al río, más.

No lo dejó pagar la cuenta, estaba la taza rota, porque al final alguien tenía que pagar por el incidente y no dejaría que fuera nadie más que él, después de todo, había sido su culpa.

Ya después sólo suspiró, tomando acomodándose la bufanda gris que llevaba, arreglándola para que parte de ella le cubriera el pecho, y cerró su abrigo sobre ella, quizás en parte siguiendo la corriente de lo que hacía el pelirrojo. Manías. Estaba lleno de ellas...

-¿Listo?

Al final decidió no discutir más allá con lo de la taza, por el rostro del escritor, seguramente no cedería en esa parte, le divertía un poco, por que sin duda la insistencia de pagar él por ese ligero daño implicaba una dosis ligera de culpabilidad.

-Siempre…-

Susurró mientras esbozaba una sonrisa breve al verlo acomodarse también para salir al frío de Inglaterra cerca del atardecer; salieron del lugar, caminando juntos, intercambiando algunos comentarios aleatorios… se encaminó Armand al río, guiando o siendo guiado por el otro… no sabría precisarlo.

-Se hace tarde…. Perdone la indiscreción… ¿Alguien le espera?- Hizo una pausa suave mirándolo a los ojos sin dejar de caminar…- Lo pregunto por saber si el paseo puede alargarse, claro…-

Le robó una nueva sonrisa de los labios con esa respuesta, a lo que sólo asintió con ella, mientras lo invitaba a salir del local. El clima era frío, pero para él agradable, aunque doliera a veces, el aire frío contra la piel siempre lo había encontrado particularmente placentero.

Los pequeños comentarios en medio de la caminata, que con otras personas tendían a hacerlo sentir algo incómodo, en esa ocasión le daba cierta sensación de familiaridad, como las charlas con sus amigos en el camino a casa después de la preparatoria esos escaso metros hasta la parada del autobus o el carro de Zina.

La advertencia de la hora le hizo salir de esa pequeña burbuja para volver completamente su mirada al pelirrojo y por momentos recordó al supuesto asesino serial por la calidad de las preguntas, pero decidió ignorar ese... algo que aceleró su corazón ligeramente para sonreír nuevamente.

-Está bien... tengo el resto del día libre. ¿Qué tal tú?

-Tengo tiempo de sobra…-

Comentó mientras se ajustaba un poco más el cuello de su chaqueta y seguían andando, era difícil adivinar que tan cerca estaban del río hasta que lo miraban, el agua se le antojó helada a esas horas, no faltaba mucho para que empezara a oscurecer, y el río a la luz de las farolas y la luna resultaba encantador, le había mirado un par de veces cuando regresaba especialmente tarde a casa de algún negocio, trabajo, clases o reunión y le ganaba la voluntad el detenerse un momento a mirar.

-Helo ahí… ¿Es hermoso, no?-

Preguntó mientras le miraba detrás de los cristales de sus lentes que al estar a contraluz dificultaban enfocar bien su mirada… la sonrisa amable y suave estaba clavada en él… empezó a caminar acercándose a la orilla del mismo… Bajó un poco del camino empedrado y tendió su mano hacia el escritor… como ofreciéndosela para apoyarse, o quizás invitándole a descender…

La luz de la luna siempre le había gustado, por serena y escasa, por ser el reflejo de una luz que le dañaba los ojos por lo desacostumbrado que estaba a la luz del sol y lo mal acostumbrado que se encontraba a la luz artificial... La luz de la luna siempre había sido como esa luz "artificial" en el cielo también. Una luz no suficiente para ser útil, pero consagrada hermosa, quizás como muchos verían algunas artes... hermosamente inútiles, por eso mucho más valiosas.

Lo que nacía para ser útil, también, era más mundano.

-Lo es... -admitió cuando la escena le robó una sonrisa, aunque una nueva luz reflejada la desvaneció por instantes confundiendo su gesticulación con una ligera sorpresa.

Por un momento, lo que dura un instante, un montón de flashes, de imágenes mentales que respondían a la "letal" fantasía de antes, volvían, rebotando como reflejo en esos lentes, pero sobretodo en esa sonrisa y esa voz, como una advertencia. Y, mientras extendía su mano para tomar la del otro y se aventuraba a descender, se preguntaba si era justo eso lo que sentían las palomillas mientras volaban directo al fuego.

Tensión… que se palpaba, se sentía en el aire, la electricidad que rodeaba a esa persona… una tensión fuerte, tirante… no desagradable… sólo… densa… tensa… como si se pudiera romper en cualquier momento, como tirar mucho de la cuerda.

¿En qué parte de aquella conversación habían pasado al performance que parecían llevar a cabo en esos momentos? Mejor aún… ¿Cómo es que se había metido en ese papel que él mismo ayudó a crear en el aire? ¿Por qué de pronto lo encontraba realmente estimulante? Como un juego del tira y afloja… con esa persona tan conocidamente desconocida… ¿Seguiría con el juego? La respuesta era obvia… la verdadera incógnita era ¿Hasta qué punto?...

Le ayudó a bajar sin dejar de mirarlo, respirando la esencia de aquella escena de novela llevada poco a poco a un juego “real”, la mirada de Alvah… estaría pensando lo mismo, sintiendo que formaba parte del mismo relato?... cuando estuvieron a la orilla húmeda del río, rodeados de los hipotéticos árboles de sus descripciones en el café y con la luna cayendo encima sonrió sin pensar…

-¿No tienes miedo?- preguntó en susurros sin soltarle la mano

Hubo una reacción en su mano, como un reflejo más que algo pensado, pero perceptible. Sabía que Armand también lo habría sentido, porque estaba sosteniéndolo aún.

Separó los labios como para hablar, pero no salieron palabras de sus labios, porque no parecía preparado para dar una respuesta. ¿Tenía miedo? Mirando esos ojos claros, una parte de él lo tenía, pero era justo como el canario que mira a los ojos del gato que lo mira desde el otro lado de su jaula y, aunque sabe que puede soltarle un zarpazo en cualquier momento, arrebatarlo de esa seguridad, también sabe que no puede dejar de mirarlo.

Un lado de sus labios se curvó ligeramente en una sonrisa sutil, sus ojos, sin embargo, eran incapaces de fingir la serenidad que su boca parecía estar entrenada a pretender.

-¿Debería? -fue la respuesta, suave como un susurró. Como un canario pillando sin voz al gato frente a él, tratando de convencerlo.

Realmente eran unos ojos extraordinarios, no sólo por el color tan poco común, si no por aquellas cosas que podían expresar, fascinación y aprehensión… eso mostraban… quizás el mismo sentimiento que experimentarías ante algo como una esfinge… horror y asombro quizás… tal vez sólo estaba imaginando cosas…

Sentía una sensación caliente en su estomago, revolverse, agitarse… escalofríos por el cuerpo… la sensación de piel de gallina en los brazos pese a estar bien cubiertos… placer anticipado… quizás excitación por el juego… ahora comprendía al rubio plenamente… no era una sensación que te gustaría andar mostrando por ahí en un restaurante.

Sonrió para él mientras sostenía su mano… suspiró lentamente mientras acercaba esa mano a su rostro, aspiraba el aroma de la piel blanca y apoyaba sus labios en la misma…

-Mmmm… Eso mismo me pregunto yo…-

De un movimiento le hizo girar mientras le sostenía del brazo para hacerle mirar hacia el río que brillaba bajo la luna, fluyendo lento e indiferente a ellos… con un murmullo bajo y frío… rodeo el torso ajeno son sus brazos sin soltar la mano ajena y lentamente, todo lentamente apoyó su barbilla en el hombro del rubio… su mano libre subió poco a poco hasta acariciar con sutileza su cuello…

Sentía una paralizante atracción por esos ojos castaños que no parecían tener intenciones de despegarse pronto de él, que le hacían a placer. Un vampiro, justo como un vampiro hipnotizando a su víctima para robar de ella cada gota de sangre...

El suspiró ajeno lo sintió como robándole el aliento y el beso simulado toda voluntad y control de su cuerpo. A penas un sonido de sorpresa, como suave jadeo, se le escapó de los labios cuando había terminado justo como el menor lo deseaba tener. Atrapado. Ahora entendía lo que sentían esos pequeños insectos atrapados en la telaraña, capaces de mirar sólo al azul infinito.

Su corazón se acelero sintiendo el rostro ajeno tan cerca, la leve presión en su hombro y la imposibilidad de su cuerpo de reaccionar en protesta. Sintió el erizarse de cada uno de los vellos de su espalda y brazos y por momentos sintió el impulso de arquearse un poco, alzando el rostro al sentir la caricia en su cuello. Ni siquiera estaba apretándolo, pero como si lo hiciera, sus labios ya soltaban suaves jadeos ansioso...

Estremecimientos, como hormigas dentro de sus venas, que burbujeaban, que corrían locas por su espalda… aquel jadeo suave y la cercanía que a todas luces rompía con las normas de buena conducta… “romper el hielo” no era precisamente llevarte a alguien a la rivera del río… y deslizar tus dedos fríos por su cuello delgado buscándole el pulso con las yemas de los mismos…

Su mano rodeaba ese cuello, fácil ahora que el rostro del escritor parecía alzarse al cielo que se iba tornando oscuro de a poco; buscaba aquellas venas como para medirle el pulso, sentirlas palpitar bajo sus dedos, casi escuchar el bum bum de su corazón… era una sensación poderosa, atrayente… la situación… era eso, al estar recargado en su hombro percibió un aroma delicado y rico… quizás una loción…

Movió unos centímetros el rostro pegando su nariz fría al cuello ajeno, deslizándola por el lentamente mientras aspiraba gustoso, llenándose los pulmones de aquella fragancia, a todo lo que recibían…