Soliloquio

Sonrió complacido, sacando un boligrafo y tomando una de las servilletas, como parte de una de sus malas costumbres, y empezó a escribir algunos títulos, cinco.

-Vaya, espero no desepcionarlo, me siento halagado en verdad -comentó entretenido antes de pasarle la servilleta-. Ese es el orden en que las escribí, pero la tercera, la que tiene el ásterisco junto al nombre, ha sido mi favorita.

Se recargó ligeramente en la mesa para ir señalando con la pluma los títulos mientras hablaba.

-Mi primera novela publicada la escribí a los 17, era romántica y contemporánea. Algo... "normal" por decirlo de cierta forma, sobre el amor juvenil, las nociones del bien y el mal, y un tríanculo amoroso. La segunda la había empezado a escribir a los 15, poco después de... ciertos detalles familiares, aquí manejé otro tipo de símbolismos, el protagonista busca su propósito en la vida, pero la vida misma no le da esas respuesta, sino los sueños que le dejan ver la vida con un nuevo matiz. Es un poco más fantasiosa.

La cuarta la escribí entre los 20 y 22 años. Es más larga que las otras y en realidad son dos libros. No sé si le moleste el tema, es una novela homoerótica que empieza desde el momento que los protagonistas se conocen de niños y cómo va evolucionando su relación, las cosas por las que pasan. No todo se enfoca en su "relación", pero si hay algunos escenas sobre eso. Lo último que publiqué son sólo escritos cortos, la mayoría intentos de poesía libre, o simple prosa.

Pero la tercera...

Antes de que pudiera continuar, el sonido platitos contra le mesa lo distrajo de su pequeño arrebato, notando que la mesera había traido ya sus respectivos pedidos. Haciéndolo acomodarse en su asiento y carraspear, ligeramente abochornada.

-Lo siento, me dejé llevar. Ah... casi siempre lo que escribo se enfoca más en mostrar los sentimientos de los personajes y lo ambiguo que puede ser la idea de bueno y malo. Suelo recurrir a pequeños simbolismos en detalles, como los significados de los nombres de los personajes y, podría decirse que mayormente me inspiro en personas que conozco, en sus historias -sonrió ligeramente, como quien recuerda algo particularmente agradable al mirar la bebida frente a él-. Casi todos mis personajes tienen cosas representativas de las personas que alguna vez conocí. Lo demás es sólo experiencia propia.

Sonrió después de una forma diferente, como una pequeña burla a su persona por de pronto haberse emocionado así y habler empezado a hablar casi sin parar, algo que definitivamente evitaba.

-Espero no haberte aburrido.

Miró atento los nombres en las servilletas sonriendo porque había escuchado esos nombres en conversaciones de Soho, ahora su interés se disparaba al infinito al conocer al autor de aquellos textos que había escuchado comentar ocasionalmente en las charlas de café que tenia a veces consigo mismo pero rodeado de grupitos que hablaban sin importar quien escuchase…

Le gustaba, aquella forma de hablar tan abiertamente y fluido sobre su trabajo, capto todas las palabras y memorizo todos los detalles para cundo llegase el momento de leer aquellos textos, quería encontrar esos simbolismos y hasta tratar de imaginarse en que persona se habría inspirado el otro al escribir…

Sonrió cuando les llevaron los platos echándose un poco atrás porque si notarlo se había ido acercando para escuchar la explicación ajena, solía perderse en ese tipo de conversaciones, se emocionaba con esas cosas y la pasión que el rubio demostraba por lo que hacia, esa algo como agitarle la respiración y una presión en el estomago… amaba su trabajo… sin duda.

-Al contrario, me has emocionado… muero por leerlas… todas-

Susurró llevándose la mano al pecho inconscientemente mientras sonreía lento mirando las tazas que habían dejado frente a ellos, casi se había olvidado de que estaban ahí para tomar un té…

Se sintió relamente halagado al escuchar su respuesta, empezando a pensar que la sonrisa se quedaría impresa en su rostro mientras siguiera tratando a ese interesante personaje y fue ahora él quien se recargó ligeramente en la mesa para observalo bien, pues había captado su completa atención.

-Podría mandarte una copia de cada uno, la editorial me dejó algunas -comentó estirando su mano en la mesa para tomar uno de los sobrecitos de azúcar que más tarde vaciaría sobre su bebida-. O, si gusta, podríamos pasar a mi departamento por ellos.

-La idea me encanta… se lo agradecería realmente-

Susurró a su vez mientras seguía mirando al rubio a los ojos, costumbre suya cuando hablaba con alguien que le resultaba en extremo interesante, que podía estimular su curiosidad o mejor aún, impulsarle a una charla sustancial.

-Apreciamos mucho a los artistas con pasión… mi familia en general y yo en particular, usted verá, soy comerciante de arte, me manejo en negocios de ese tipo… pero también soy músico… se reconocer a los que como yo, gozan de su arte…-

Delicadamente tomó su taza de te aspirado el vaporoso aroma antes de cerrar los ojos y darle un trago delicado, soltó un suspiro agradable mientras dejaba que el calor de la bebida le corriera por el cuerpo.

-¿Músico? -preguntó, esta vez con su propia curiosidad en marcha, recargándose un poco en la mesa, de nuevo-. Vaya, alguien con muchos talentos, ¿puedo saber que instrumento toca?

Le intrigaba ciertamente, la música era una de esas cosas que se habían quedado, para él, como pequeñas espinitas de curiosidad que no había logrado saciar nunca realmente. Se había comprado, en su momento, distintos instrumentos, para algunos incluso había entrado a clases, pero era inconstante y, aunque aprendía rápido, nunca llegó a perfeccionar ninguno. En parte, también, por ese detallito del dolor que le impedía estar maniobrando un instrumento por mucho tiempo.

Abrió los ojos delicadamente mientras seguía con la taza delicadamente sostenida entre sus dedos… sonrió al notar el interés ajeno y se sintió contento, de que algo de lo que él hacía pudiera despertar la curiosidad de alguien que se la había provocado a él.

-Música, en efecto… puedo tocar varios instrumentos, pero el piano y el violín son mi especialidad… quizá desee acudir a un recital en otra ocasión, como agradecimiento por el detalle que tendrá al prestarme sus libros…-

-Me encantaría -respondió con una sonrisa-. Siempre me ha llamado la atención la música, aunque nunca he concretado nada en ese campo. Mi madre solía tocar piano cuando yo era niño, a Chopin sobre todo, aunque después tuvo que dejarlo por detallitos de salud. Su sueño era tener un hijo músico, creo, pero... Mis respetos a los músicos, porque dominar un instrumento requiere una dedicación que, por desgracia, parece que no tengo. Me parece realmente admirable como alguien puede tomar un instrumento y hacer salir de él algo tan hermoso...

Bajo la mirada a su bebida, recordando las tardes en que ella se sentaba frente al piano y empezaba a improvisar. Sus allegros, sus alegrettos, los requiem y nocturnos...

-La música rompe barreras que limitan a las palabras, pareciera más cercana al lenguaje del alma, el que no tiene idioma y aun se comprende. Imposible de traducir a imagenes o palabras... -rió bajito, porque de nuevo lo estaba haciendo-. Me gusta mucho. Sobre todo la música clásica. ¿Tú...? ¿Te molesta si te tuteo? ¿Tú compones?

Levantó la vista hacia el escritor, y no la apartó de él tan pronto bajó la vista y empezó a explicar a su modo, tan delicioso, tan poético, tan simple pero hermoso el cómo concebía a la música, como entendía la expresión del alma, ese lenguaje de sonidos y silencios, de pasión, de todo… si… Alvah Reid no era un músico… quizá nunca lo sería… pero en su corazón vibraban las piezas de su madre, podía adivinarlo con solo mirar en esos ojos profundos que se perdían en la mesa…

Ahí estaba un verdadero artista, uno del corazón…

Sintió un nudo en el estomago y escalofríos en la espalda, la sensación irrefutable y grata de tener frente a él algo que podría apreciar… deseo que ese momento y ese té se convirtieran con el tiempo en una amistad agradable… con un gesto de su mano le indicó que podía tutearlo, y luego asintió entre orgulloso y apenado.

-Lo hago, en efecto… espero lo escuches pronto…-

-También, lo esperaré con ansias. No te he dado mi teléfono, ¿cierto?

Tomó una servilleta, como otra de sus muchas malas manías, pero era algo casi normal para él, al olvidar más de una vez llevar papel consigo y tener alguna idea en medio de un restaurante o reunión. Esas cosas que no se debían pasar o se olvidaban.

-Para estar al pendiente de tus recitales. O mi correo, no sé que prefieras.

-Aún no…-

Iba a sacar el móvil pero al verlo tomar una servilleta lo dejó, era un poco más informal y por ende le parecía encantador… apoyó el rostro en el dorso de su mano mientras lo miraba escribir sobre el improvisado papel… tenía una caligrafía muy estilizada.

-Ambos…-

Tomó una servilleta para imitarlo una vez que el rubio terminó usando la misma pluma que el había sacado para darle el número de su teléfono personal.

-Listo… lo que necesites… antes de eso… dime el nombre de tu personaje principal en la primera novela que has publicado…-

Escribió ambos y los entregó junto con la pluma para verlo escribir su teléfono también, sonriendo sutilmente al tomar la servilleta ajena y guardarla después de doblarla. Igual guardaría el número pronto, así que estaba completamente seguro que no olvidaría el nombre.

Pero entonces le fue pedido un nombre que no era el suyo, de improviso. ¿Para qué?

-Dyre... -respondió tras un momentáneo titubeo-. Significa el que es amado, querido. ¿Por?

Sonrió encantado por la sorpresa que se dibujo en el rostro ajeno, era tan genuina y tan delicada que no pudo menos que apreciarla y hasta desear tener su cámara en esos momentos para poder inmortalizar esa imagen, últimamente le estaba encontrando un gusto grande a la fotografía, desde los encargos que le habían pedido sus padres donde tuvo que usarla y en realidad terminó capturando imágenes dulcísimas de una joven madre y su bebé.

-Dyre… el que es amado…. encantador, gracias…-

Sonrió guardando la servilleta sin anotar nada, no olvidaría ese nombre, menos después de saber su significado.

-Oh, es una pequeña manía mía… espero no te haya sorprendido mucho esa pregunta-

-Admito que no la esperaba.

Confesó con una pequeña sonrisa antes de tomar algo de su bebida, algo curioso ahora que Armand había mencionado aquello como una manía, estudiándolo ligeramente con la mirada, tras la taza, antes de dejarla de nuevo sobre su plato, limpiándose sutilmente los labios con la lengua.

-¿Y...puedo saber de que se trata esa pequeña manía? -se animó a preguntar con una aire ligeramente juguetón-, no sé si muchos tengan nombres de personajes de los que hayan escrito.

Sonrió suavemente mientras tomaba un poco más de su té y ganaba algo de tiempo con esa acción, deleitarse con la bebida, cerrar los ojos… lo extendía más de lo necesario porque no estaba seguro de querer confesar que su manía tenía tras de si un propósito sencillo y completamente tonto…. Ningún fin elevado lo convertía en algo llamativo… apenaba un poco decir que en realidad a las personas que le agradaban o resultaban ser muy particulares, las identificaba en su móvil por nombres simbólicos… A Silvia… White Rabbit… Dyre… sería bastante vergonzoso contar algo tan bobo.

-Ohh… el fin es conocer un poco más a la persona con la que me encuentro…- susurró con tono de misterio, sonriendo tranquilo porque al final no era una completa mentira…

-Suena... interesante y un poco intrigante, me dejas bastante a la imaginación -sonrió y negó ligeramente, divertido-. Pero eso está perfecto para mí, empezaré a pensar en espías y similares y quizás salga de mi bloqueo más rápido.

Se encogió de hombros jugando entre sus dedos con uno de los bocadillos en el plato, mirando a su interlocutor, sin evitar sonreír, realmente intrigado por esa persona.

-Y... ¿tienes otras manías que deba saber?

-Jajajaja, nada me gustaría más que ayudar con ese bloqueo de escritor…-

Jugó con una galleta antes de morderla un poco, en los ojos ajenos violáceos a la luz del lugar, notaba en ellos danzar la duda, y a la vez la diversión, sin querer había despertado quizás la intriga… estaba bien, eso podía ser divertido, al menos se libraba de confesar su ridícula manía.

-¿Más? Bueno… salvo ser asesino serial por las tardes, no ninguna…- susurró divertido guiñándole un ojo.

-Jajaja empezaré a preocuparme entonces, siendo que es de tarde, el asesino serial no vaya a tomarme por una de sus futuras víctimas.

Se rió al pensarlo, sin tomarlo en serio en su forma real, pero, quizás para un personaje...

-Un asesino serial... mejor que espías, sin duda, más emocionante, más pasional, con mucho más material. -Se acomodó en su asiento, considerándolo realmente, porque funcionaba, porque el tema había captado por completo su atención y, aunque la pregunta que vendría sonaría realmente extraña, era una que realmente le provocaba hacer-. ¿Cómo elegirías a las víctimas?

Le encantó la forma en que el rubio tomaba aquella broma y la convertía con tan sutil facilidad en un maravilloso tema de conversación, conversación que decidió seguir en la misma línea del juego, de la apariencia, de la suposición… porque era divertido, sólo por el gusto.

Recargó su rostro delicadamente inclinado sobre su mano mientras se ajustaba los lentes, la sonrisa suave casi atrayente se delineo en su boca…

-La primera persona que hablase conmigo en el día… si el color de sus ojos fuera atrayente… si estuviese solo… le invitaría a ir a otro lugar, quizás a tomar un té… y si aceptase venir conmigo… sería él…- su mano finamente sacudió un poco las moruzas de galletas que había en la mesa, recogió una gota de té que tintineaba en la orilla de su taza y la tomó con su lengua delicadamente. -Luego quizás una caminata por el río conforme el sol se va ocultando… llevarlo aún más lejos de la gente, de las luces…- conforme hablaba, su voz se hacía más aterciopelada y su tono más y más bajo…

Sintió la adrenalina empezar a correr por su sangre conforme la elección de la víctima era descrita... conforme iba indentificándose, de algún modo, también.

Sus dedos acariciaban la taza que se sentía tibia bajo sus dedos mientras su aliento era poco a poco robado con ese "sería él", era sentirse realmente como la presa electa, hablando con el cazador que parecía disfrutar cada momento de la tortura psicológica que supondría decirle a la víctima lo que haría con ella ahora, con esa calma calculadora, de movimientos atrayentes, casi sensuales...

-¿Y después?

Era... ser lentamente atrapado en ese encanto psicópata también.

Spoiler:

Deslizaba sus ojos por el rostro ajeno suavemente, como si no terminase de observarlo y no se enfocara completamente en nada, acariciándolo con la vista sería con seguridad la forma más adecuada para describirlo.

Sonrió sutilmente, apenas elevando la curva de su boca…

-Después… buscar un lugar solitario en el río, con el ruido de los grillos que se atrevan a salir, la luna reflejándose inquieta en el agua… invitarlo a acercarse al agua, convencerlo mirándole a los ojos, hablándole bajo… no se negaría… ¿Verdad?-

Spoiler:

-... No... no lo haría -su voz salió en un hilo, apenas audible.

Esa debía ser parte de la magia con la que se contaba que los vampiros atraían a quienes después les servirían de alimento, con con esa clase de miradas y sonrisas, con voz baja y profunda, de la que se sentía penetrar hasta el fondo del alama del receptor para atraparlo y jalarlo a la trampa con impresionante ecuanimidad.

-¿Lo ahogarías? ¿o cómo... lo matarías?

Sonrió complacido con la respuesta, y luego sintió escalofríos precisos corriendo por su cuerpo al darse cuenta de pronto que estaba metiéndose en el jueguito… de una forma aterradoramente vivida… porque podía sentir la electricidad de la “puesta en escena” y cierto gustillo perverso al lograr esa tensión en el otro… pensar como un asesino-seductor… que se le diera acceder al juego, bueno… no era algo de que enorgullecerse, o si?

Sin embargo continuo, sonriendo largamente… imaginándose por un momento a alguien aceptando acercarse a la rivera, dejarse pegar a uno de los árboles de copas caídas, eso que ocultan a la gente bajo su sombra… el dum dum dum, de un corazón que no era el propio… ¿Lo llevaría de la mano al río para ahogarle? ¿Cortaría su respiración con las manos enredadas en su cuello? ¿Rasgaría sus muñecas mientras le besaba?... estremecedor… el no poder decidirse por alguna…

-Difícil decisión… habiendo tantas maneras, cada una mejor que la otra… tan frágil, tan hermoso…-

¿Sonaba demasiado enfermo si pensaba que hablar de asesinos creaba una extraña tensión sexual? La forma de describir a la victima parecía tan sensual, como si ese elemento de conquista fuera el ritual previo a la muerte, como si embelesarlo con palabras, miradas y sonrisas fuera parte de ese juego perverso.

Porque lo era... ¿no?

-Antes de matarlo... ¿harías algo con él? O ella...

Viajó al momento creado, y sintió escalofríos de sólo ponerse en dicho lugar… en lo personal, no podría rechazar ese tipo de electricidad descrita, menos aún si fuese el tipo de personas invadida por ese tipo de psicopatía… claro que si, antes de matarlo haría de todo con el…

Se limitó a asentir porque empezaba a bullir dentro de su pecho un ligero bochorno por todo lo que estaban comentando, habían empezado a hablar cada vez más y más bajo y ahora no se imaginaba describiendo poco a poco lo que podría hacer con esa persona…

-Ehhh… si… muchas cosas…- le miró a los ojos nuevamente y le sonrio lento... -Si gustas... podemos ir a dar un paseo al río...- susurró con la plena intencion de escalofriarlo, de bromearlo.

Muchas cosas... ¿qué clase de cosas? Las "normales" ¿distintas?

Casi podía sentir los dedos fríos del atacante sobre la piel, ahora que había tomado el papel de víctima para recrear en su cabeza la escena, los ojos como dagas afiladas y la voz como un susurro fantasmal al oído mientras todas "esas cosas" pasaban.

La invitación le provocó escalofríos, haciéndole apretar aún más fuerte la taza en su mano, pero antes de que separara los labios para dar una respuesta el sonido del "crack" del vidrio y el desliz de su pulgar al interior de la taza ahora rota lo sacó de la idea.

Cerró los ojos frunciendo el ceño mientras maldecía por lo bajo, retirando su mano, buscando una servilleta, notando de pronto más de una mirada sobre su mesa... qué molesto.

Qué forma de arruinar el ambiente... ni siquiera se percató de que no había solo rastros de bebida en su mano.