[NC-17 - Lawrence] El refugio del ángel

NC -17 ~ Lemon

El camino del río de Greenwich a su piso nunca se le había hecho tan largo, a pesar de usar todos los atajos que la ciudad de Londres poseía, pero también era cierto que nunca antes había tenido un "deseo" tan grande por llegar a ella lo más pronto posible. Ese "deseo" aún lo tenía con sus dedos enlazados, pero no por ello descuidó ni un momento la llama que aún rugía entre ellos, asegurandose con suaves roces, caricias, besos y todo lo que pudiese provocar con su cuerpo que la atención de su moreno acompañante continuase plenamente en él, completamente encendida por él.

No habían pasado muchos minutos cuando al fin habían llegado a su piso, subiendo en escasos segundos, gracias al ascensor, a su cálido hogar, aunque no por eso desaprovechó los maravillosos segundos de intimidad que aquella caja metálica les proporcionaba, acercando sus cuerpos, rozando sus caderas, mirandolo lleno de deseo y lujuria, tentandole a besar sus labios, pero sin permitirle alcanzarlos. En cuanto el ascensor paró guió al mayor hacia el interior de su piso, dejando su bolsa a un lado de la puerta que se encargó de cerrar a sus espaldas, mostrando lo amplio que era su refugio, todo lo que contenía, y por supuesto las grandes ventanas que le prometió a aquel perfecto demonio.

-Bienvenido...

Fue un suave susurro pronunciado con una voz llena de deseo, mientras sus cuerpos volvían a estar pegados, y sus labios volvían a rozarse, dejandole esta vez al de largos cabellos tomar la iniciativa.

El camino si que fue una tortura tuvo que tener control para no violarlo en cualquier rincón de la ciudad, esperaba realmente llegar ya porque no aguantaba mas aquella idea de sólo seguirlo, en el elevador se calmo un poco con aquellos roces y besos aunque en realidad se puso mas caliente con deseo de solo arrancarle la ropa y lo iba a hacer, pero la oportuna puerta se abrió.

No miro nada más allá de aquella angelical figura antes de posar sus dos manos en aquel bien formado trasero, correspondió a ese beso y terminando por sentir ese cuerpo tras cerca, pegándose más contra aquella puerta una de sus manos se deslizo hacia su cadera bajando por su piernas antes de alzar estar por debajo de la rodilla haciendo así el roce entre sus pelvis mucho más cercano.

Se deleitó ante el gran deseo que había logrado instalar en el cuerpo ajeno, sintiéndolo en su propia piel gracias a aquella mirada llena de deseo que se centraba única y exclusivamente en él, haciendo que con sólo sentirla su propia figura se estremeciera anticipando lo que vendría, deseándolo.

En cuanto fue besado por el hombre moreno no pudo evitar gemir de puro gozo, correspondiendo a las acciones de aquellos apetecibles labios, entreabriendo los suyos, incitando con su propia lengua a que la compañera se internase en su boca y la explorasen juntas, acariciándose, danzando como lo habían hecho a orillas del río. Su espalda se arqueó ligeramente en cuanto aquellas manos, posesivas, se apoderaron de sus glúteos, arrancándole un pequeño jadeo aún dentro de aquel húmedo beso, sintiendo como una de sus piernas era alzada y el roce entre sus caderas se hacía más presente, moviendo ligeramente las suyas de forma tentadora, mientras sus manos se enredaban en el cabello ajeno, abrazándose al cuello del más alto, disminuyendo la distancia entre sus cuerpos.

Aquella mano que atrevidamente seguía en los glúteo del meno dejo en abandono aquella parte pasando a colarse entre ambos y verse cómplice de abrir el pantalón de este, se vio firmemente colar su mano bajo aquella prenda tras jalar la un poco hacia abajo y rozar su hombría sobre la prenda interior antes de irse hacía atrás y colarse a rozar directamente sobre ese trasero, metiéndose entre aquella linea divisora.

Se veía sus dedos atrevido a rozar aquel anillo rosado antes de hacer leve presión sobre la zona dejando que entrara un poco su dedo, pero volvía a retirarse para sólo hacer una caricias, ese fue un leve juego que inicio aunque así mismo era una tortura pues sentía su excitación palpitar con existencia por una calma.

Su cuerpo se estremecía ante cada toque del mayor, y su sexo parecía que iba cobrando vida contra más atrevidas se volvían aquellas caricias, palpitando contra aquellos dedos que se atrevieron a acariciarlo por encima de la fina tela de aquellos boxers negros, arrancándole un suave jadeo contra aquellos labios que habían estado besándole hasta hacía unos escasos segundos, cuando el aire comenzó a hacerse inevitablemente necesario, mostrando lo rojizos e hinchados que se habían vuelto sus pétalos a causa de los numerosos y fogosos besos que habían compartido.

En cuanto aquellos dedos se acercaron a su entrada miles de corrientes eléctricas fueron a parar a su miembro, excitándole más de lo que estaba, y cuando aquel experto dedo se internó en su templo no pudo evitar que un claro y audible gemido de puro placer inundase la amplia estancia, mientras sus orbes, deseosas y entrecerradas seguían perdiéndose en las negras y misteriosas lagunas del más alto.

Sus manos, inquietas, comenzaron a deslizarse por el pecho pecho ajeno, encargándose de deshacerse de la molesta ropa que cubría aquel bien formado torso, repartiendo sutiles caricias por toda la piel que iba descubriendo, mientras sus labios se dedicaron a torturar el lóbulo ajeno y sus caderas se movían incitantes, intentando aumentar el contacto con aquel dedo explorador.

Estaba claro que no podía seguir con aquel control deseaba ya encontrarse en su interior más escuchando aquellos gemidos tan provocativos, suspiro calurosamente con completo deseo por ese cuerpo, los botones de su camisa salieron volando dejando el torso de aquel ángel desnudo lamio la piel y chupo dejando marca antes de que su dedos profanara por completo ese lugar cálido.

Se movió dilatándolo un poco, lo sostuvo de la cintura antes de hacer que la otra pierna se alzara también usando la puerta como soporte, no se pegaba tanto entre sus pierna por el pantalón, pero le orillo a acomodarse mejor y aferrarse a su cuerpo si no deseaba caer, tuvo que sostenerlo con un brazo por unos segundos cuando librero su hombría, aprovechando para penetrarlo sin más.

Era suerte que la puerta fuera firme pues lo sostenía bien haciendo un buen soporte para aquellas embestidas que llegaron, profanaba ese cuerpo con salvajismo sin importarle mucho que prácticamente ni lo preparo.

Sintió como aquellos dedos entraban impacientes en su interior, demostrando cuan deseoso estaba su dueño por consumar su unión compitiendo con su propio deseo, arrancándole sofocados gemidos contra el oído ajeno, haciendo que su cálido aliento chocase contra el cuello del más alto.

Cuando sus piernas fueron alzadas no pudo más que enredar sus piernas en la cintura ajena la mejor que pudo, ignorando el hecho de haber perdido una camisa en el proceso, estremeciéndose en cuanto oyó como el sexo ajeno era liberado, escapándosele un quedo jadeo al imaginar como profanaría su templo en pocos segundos.

Un gemido de entre placer y dolor escapó de entre sus labios al ser penetrado tan bruscamente, pero para él el placer que aquellas embestidas le proporcionaban y le proporcionarían era suficiente para ignorar aquel hecho, abrazándose con fuerza al cuerpo ajeno con brazos y piernas, mientras su espalda se arqueaba a causa de todas las sensaciones que le invadían y sus caderas se movían acompasadas a aquellos salvajes movimientos, ayudándole a llegar a su punto G, y cuando sintió las certeras estocadas no pudo evitar retorcerse de puro gozo, estrechar su entrada en cuanto aquel sexo estaba por completo en su interior, provocándole a que le tomase más rápido, más fuerte, pidiéndoselo con cada gemido que salía desde lo más profundo de su ser, mientras sus manos acariciaban toda la piel que eran capaces de abarcar.

Saboreo aquel momento en donde se vio rodeado por aquel interior, la estreche que le daba era delicioso en cada una de sus embestidas más cuando al parecer toco el punto más sensible de aquel cuerpo, jadeo a sentirse más aprisionado donde el vaivén era detenido haciendo que sintiera las contracciones de aquellas paredes interna como una bendita tortura.

El compas de aquellas embestida se vio detenida hasta el punto de sentirse aprisionado, pero no tardo en retomar el ritmo empezando a embestirlo profundo pues casi salía de él para volverse a enterrar en ese cálido cuerpo, era como si deseara partirlo en dos, mordió aquellos labios sonrosado antes de besarlo y torturarlos saboreando la intromisión en su cavidad.

Sus gemidos se iban haciendo más fuertes conforme la velocidad y la potencia de las embestidas ajenas iba en aumento, enriqueciéndole por momentos, sintiendo aquel palpitante miembro en su interior, tan duro y vigoroso, haciendo que su propio sexo se excitara más de sólo sentirlo contra sus estrechas paredes internas. Los latidos de su corazón se habían acelerado a medida que avanzaba aquel "ejercicio", latidos que aumentaron en cuanto sus labios fueron poseídos por los ajenos, y su cavidad invadida por aquella húmeda y experta lengua con la que la propia danzaba al mismo son, incrementando la intensidad de las placenteras sensaciones que recorrían su cuerpo entero.

Sus inquietas manos seguían recorriendo el cuerpo ajeno, disfrutando de la suavidad de su piel, acabando por enredarse en el fino cabello moreno, sus caderas se movían más incitantes y demandantes y en cuanto el beso se rompió por la falta de aire sus labios se encargaron de besar y marcar el cuello ajeno, antes de juguetear con el lóbulo del mayor y volver para robarle un candente beso.

Era tan intenso aquel encuentro no importaba que desconociera todo de aquel personaje, sólo estaba disfrutando lo bien que reaccionaba su cuerpo lo demás no era algo que llenara lo que ahora estaba consumiendo ese calor tan latente que se extendía por cada centímetro de su piel, era como si deseara derretirlo o mejor dicho fundirlo al ajeno.

-Hm, Un ángel demasiado... Experto o debo decir un demonio... Disfrazado...-, Dijo en voz ronca sintiendo que el corazón se le salía por todo lo que sentía su cuerpo, su respiración no podía ser controlada mas, apretaba aquellas cadera a las cuales sujetaba firmemente con sus manos, dejando la marca de su cuerpo profundamente o al menos así sentía que lo hacia.

Le enloquecía la pasión que el otro era capaz de impregnar en sus embestidas, haciendo que sus gemidos se fueran volviendo gritos de placer. Su cuerpo se estremecía entre aquellos brazos, mientras millones de corrientes eléctricas recorrían su cuerpo entero continuamente, de forma incesante, igual que las estocadas que el otro le daba. ¿Si aquellos dedos le dejarían marca? Lo desconocía, pero fuera como fuera los resultados le encantarían. Entonces, su cerebro fue capaz de procesar las palabras ajenas, sonriendo levemente entre todo aquel increíble gozo, respondiendo con sus orbes fijas en las ajenas, jadeante, gimiente.

-Yo... ¡ahh! Puedo ser... Lo que... ¡mh! Tú desees que sea...

Su voz demostraba todo el placer que sentía y fue apenas un susurro, pero aún así plenamente audible para su habilidoso acompañante.

Escuchó sus palabras, eso le parecía perfecto porque, bueno sencillamente lo veía más que ángel y la imagen era tentadora, sus labios rojizos era un gusto que deseaba seguir compartiendo resaltando con su mejillas rojizas a verse acalorado por el momento, no podía oculta que tenia rostro de ángel y ahora se veía tan sumiso a notarse sus cabellos ocultando parcialmente este.

-..Eso...esta bien...-, Apenas se escuchó su voz pues jadeos de placer escapaba cuando lo sintió más estrecho, estaba provocando que el control se fuera a demonio y que aquel momento de clímax estuviera mucho más cerca. Mordió su labios antes de besarlo y así ahogar por unos segundos su voz prolongando lo mas posible aquel delirio, pero pronto llego el clímax.

Disfrutó de la voz jadeante de su acompañante, que destilaba el mismo placer que el sentía en todo su ser, deleitándose con el fogoso beso proporcionado por el mayor, correspondiendo con la misma fogosidad, dejándose llevar por completo por aquellos tentadores brazos, estrechando un poco más su entrada, sintiendo que la cima estaba más y más cerca pudiendo casi rozarla con sus dedos cuando sintió las últimas e intensas embestidas del moreno, derritiéndose dentro de aquel agarre, expulsando su semilla en cuanto sintió la cálida esencia del más alto inundar su templo, arrancándolo un grito de puro placer que fue ahogado dentro de aquel fogoso beso.

Su respiración era irregular, y los latidos de su corazón seguían siendo acelerados, pero poco a poco iba recuperándose, mientras su sonrojo seguía inundando por completo su rostro. Sus orbes estaban fijas en las ajenas, diciendo todo. pero a la vez nada.

La sensación que sintió no podía describirse así de fácil, sencillamente era algo placentero que sólo provocaba un estado cercano a la satisfacción aunque se diría que más ligado a la adicción, le había gustado el placer que le visto es cuerpo hasta el punto de desearlo mucho más y eso que un su corazón latía fuerte deseando explotar por tantas emociones.

-...Nada mal...-, Dijo cuando su respiración se controlo un poco, termino por calmarse antes de permitirse salirse del interior de aquel cuerpo que le dio una buena sensación y que dejaba un poco de calma para disfrutarlo mas lento.

Supo que aquel "nada mal" conllevaba una valoración mucho más positiva de laque el otro dejaba ver a simple vista, por eso no pudo evitar sonreír satisfecho ante aquel alago.

Un pequeño gemido de protesta se escapó de entre sus labios al sentir como el sexo ajeno abandonaba su interior, pero si el mayor pensaba que allí acabaría aquel encuentro... Significaba que no lo conocía ni lo más mínimo. Aún con sus brazos rodeando el cuello del mayor inició un húmedo y candente beso, mientras se dedicaba a deshacerse de su calzado, sus calcetines y sus pantalones junto a su ropa interior con unos simples e imperceptibles movimientos, quedando sólo con la camisa que minutos atrás había perdido todos sus botones.

Sin darle tiempo al más alto a reaccionar deslizó una de sus manos por el pecho ajeno, acabando por masajear la virilidad del moreno hasta que consiguió que esta volviera a alzarse excitada, separándose en aquel momento de los labios de su amante, rozándolos con los propios antes de hablarle con una voz susurrante, seductora e incitante, sin dejar de mirarle con sus profundas orbes ambarinas que destilaban puro deseo.

-Desnúdate...

Fue una simple orden disfrazada de una placentera petición, acompañada de un sutil roce de sus dedos sobre el pecho ajeno antes de que decidiera alejarse de aquel cálido cuerpo, alejándose hacia su cama, rozando con la pinta de sus dedos el borde de su mesa de billar, mientras giraba levemente el rostro para enfocar sus lagunas en los luceros ajenos, con una mirada cándida e incitante. Su camisa cubría estratégicamente hasta un poco más abajo de su trasero, dejando al descubierto sus blancas y torneadas piernas. Con pasos lentos y provocadores se dirigía hacia su objetivo, subiendo los tres escalones que le separaban de su "habitación", esperando por el morero.

Correspondió aquel beso sintiendo el paso de la mano del ajeno antes de sentir nuevamente aquel pulsar en su hombría, le estaba causando placer de nuevo y nada difícil con tentador imagen, escuchó sus palabras en esos momentos sonrió ante esa "petición" aunque estaba clara la ordene aun cuando se disfrazara de palabras tentadora e invitación.

Su camisa quedo junto a la ropa del menos antes de seguirlo ante aquel deseo que le dejo demasiado marcado, pero gracias a que este se detuvo para provocarlo logro atraparlo en las escaleras. -Nadie dijo de ir a tu habitación.-, Le menciono antes de posarse atraes de él aprovechando que se apoyaba en el barandal, su sexo se acariciaba contra aquella bien formada nalgas.

-No deberías de provocar tanto a los "lobos" lindo corderito.-, No le dio oportunidad de replicar mucho ya que si deseaba tanto sentirlo de nuevo le concedería aquel deseo justo allí, se abrió paso nuevamente aquel cuerpo que ahora dejaba hilillos blancos de su esencia escapar así que el paso esta vez fue mucho más fácil y morboso por el sonido causado.

Sabía que sus acciones provocarían a su lujurioso acompañante, pero nunca imaginó que reaccionaría tan rápido ante sus acciones, aunque no se quejó al oír aquella voz tan sensual contra su oído, arrancándole un excitado jadeo que se convirtió en sonoros gemidos en cuanto el moreno se decidió a invadir su templo de nuevo, pudiendo únicamente aferrarse a la baranda hasta la que no había encontrado utilidad alguna hasta que el mayor entró en su vida tan apasionadamente.

Su cuerpo se estremecía de puro placer, su hombría ya volvía a estar alegre a causa de las certeras estocadas contra su próstata, sus labios enrojecidos y entreabiertos dejaban escapar miles de eróticos sonidos, mientras sus caderas se movían acompasadas a los pasionales movimientos del más alto, a la vez que su dueño sabía que aquella no sería la última ronda, y que a la siguiente él ya no sería solamente aquel inocente corderito, a pesar de que adorase a aquel lobo tan increíblemente sexy y que disfrutaba llevándole hasta el borde de la locura, casi haciéndole sobrepasar la linea de su cordura.

-¡Ahhh! Esta bien... quehh... me enseñes...

Su voz salía temblorosa y ronca, llena de todo el delicioso placer que le recorría, a la vez que su entrada se estrechaba convenientemente, asegurándose de mantener aquella virilidad en su interior, deseosa de más.

Sonrió a escuchar sus palabras al parecer no tendría ningún problema en saborear aquel joven más de una vez, eso le agradaba porque así se iría todo su aburrimiento, aunque siendo sincero este ya se había ido desde hace mucho ahora sólo se encontraba la lujuria, era como si se alimentara de este pues saboreaba su piel besando su cuello y siguiendo el surco hasta su hombros a bajar su camisa deslizándolo lentamente para descubrir su brazo

Gemía sonoramente ante las atenciones que le eran dedicadas, estremeciéndose cuando sintió aquellos deliciosos labios recorrer su cuello, tornando su cuerpo aún más deseoso y manejable, encargándose de exponer esa parte de su anatomía para que el cuello de aquellos largos cabellos negros pudiera explorarlo a su antojo. No se quejó ni una pizca cuando aquellos traviesos y expertos pétalos siguieron su camino por su clavícula hasta llegar a sus hombros, que descubrió al hacer caer la camisa por sus brazos, mostrando de una forma realmente tentadora sus hombros y parte de su espalda, mientras sus traviesas caderas remarcaba el delirante ritmo de las embestidas del más alto, guiando una de las manos ajenas hacia su sexo, pidiéndole de aquella forma tan táctil que atendiera a su necesitada virilidad.

Lamia la piel de su espalda alta dejando marca rojizas cuando chupaba la piel, escuchó esa muda petición que sólo fue emitida con sus gemidos y la guía de su mano hacia aquella parte vulnerable pasando a simplemente dejar que sus dedos recorriera esa excitación lentamente antes de rodearla completamente para empezar a masturbarlo marcando un compas en unisonó con las embestidas como si fuera todo parte de uno, dejando un muy lento y profundo compas que iba subiendo conforme era mas intenso el latir de su corazón.

El sonrojo de su rostro era notable, al igual que su respiración entrecortada y jadeante que escapaba de sus pulmones, mientras su blanca espalda, que había recibido aquellas señales de posesividad gracias a la boca del moreno, se arqueaba del puro deleite que le causaban las caricias ajenas en su sexo y las imparables embestidas que golpeaban con gran precisión su punto G, aumentando los movimientos de sus caderas, ahora más ansiosas que antes.

Miles de corrientes eléctricas recorrían todo su ser, haciendo que dudase el poder aguantar de pie hasta el final, pero decidido a no rendirse, entregándose por completo a su amante, a la vez que el sudor perlaba su suave piel, asemejándose a pequeños diamantes. Sabía que el final estaba cerca, y no le importaba.

-Hm... Tan delicioso...-, Su voz era profunda en el oído del menor saboreando bien el momento, sentía el palpitar de aquel interior era realmente algo exquisito cuando se estrechaba y lo atrapaba de aquella forma daba un delirio que no se dejaba pasar por la sensación de todo su cuerpo mandando cosquilleos hacia su vertebral era como si se abriera paso hacia llevar a la nada sus pensamientos.

La atención en la hombría del albino continuaba siendo lento de momento antes de volverse mas rítmico llegando a ser una sensación mucho más profunda, sintiendo el propio palpitar de su excitación, lamio el lóbulo de la oreja antes de chuparlo, dejo las atenciones en el sexo del ajeno sosteniendo firme sus caderas para poderlo embestir de una forma más profunda.

Solamente era capaz de gemir ante las palabras y las atenciones que el mayor le dedicaba, ya que su mente y su cuerpo no daban para más, totalmente perdidos en medio de aquel inmenso mar de puro placer que le llevaba hasta el límite de la cordura. La linea que separaba la locura del poco raciocinio que aún permanecía intacto en él se iba haciendo cada vez más y más delgada, sobretodo cuando los movimientos de la mano ajena sobre su sexo se hicieron más rápidos y profundos, arrancándole desde el fondo de sus entrañas y gemido lleno de quejas en cuanto la mano ajena abandono aquellas delirantes atenciones, provocando como consecuencia que su cuerpo se pegara más al del moreno y que su templo se volviera más deliciosamente acogedor para aquel lujurioso pecador, disfrutando a su vez del cambio en la forma de embestirle e invadirle por parte de su amante.

El delirio no podía estar más en su apogeo, los sentimientos y las sensaciones estaban a cien en todo ese cuerpo, sentir la piel caliente rozar contra la suya era algo que no pasaría aburrirse tan fácil, pero era esa misma sensación que le gustaba, el saberse dueño de aquella cálida cavidad donde se enterraba sin miramientos, una embestida tras otra en un alocado compas.

Los sonidos que llenaba toda esa estancia era terriblemente morbo, dejando el delirio de aquel acto enfermizo que siempre llenaba mas la lujuria para un viaje profundo y sin retorno, donde todos los pensamientos se iban quedando sólo el placer que era lo más glorioso de ese momento, ahogo un ronco gruñido que provoco sentirlo más estrecho orillándolo a resistir menor por el palpitar de ese interior.

Su ser por entero era recorrido por las mismas emociones y sensaciones que sufría en aquellos maravillosos instantes su moreno amante, que no hacía más que aumentar su excitación en cuanto pudo llegar a escuchar aquel ronco y sensual gruñido que la deliberada y planeada estrechez a la que sometía a la masculinidad ajena, no pudiendo llegar a imaginar antes de aquel encuentro lo sexy y caliente que podía llegar a ser su acompañante, sus acciones y los roncos sonidos que emitía.

Aquellas delirantes embestidas no hacían más que hacerle llegar cada vez más cerca del límite de aquel placer. Su sexo, palpitante, no pudo evitar por más tiempo que su simiente fuera expulsada de su cuerpo, provocando a su vez que su entrada se estrechara más de lo que su dueño había logrado hasta aquel momento, y un grito de puro placer se escapaba de entre sus labios.