Dos caminos

El silencio entre ellos no siempre era tan incómodo... pero en ese momento le parecía casi tortuoso, como si ambos sólo estuvieran aplazando algo muy doloroso.

Con Richelle había peleado más de una vez en público, quizás no a gritos, quizás sólo entre murmullos molestos, pero muchas cosas se habían terminado de decir, con Nadir era mucho más complicado si quiera pensar en hacer algo así, porque los mimos con los que a veces su esposa se los arreglaba para salir de las discusiones, no podían mostrarlos ellos dos frente a otras personas y no es que importara... o más bien, no debería importar, pero lo hacía.

Suspiró antes de salir del elevador, pasando por esa puerta que parecía un portal a una sala de torturas en ese momento. Vio a Lud y sonrió, reconociéndolo, no había esperado que estuviera despierto a esa hora, pero estaba bien...

Espero a que Nadir pasara para cerrar la puerta tras de ambos, buscando sin demorar una de las manos del modelo para tomarla entre las dos suyas y llevársela a los labios para depositar un beso en sus dedos, suave, como una súplica.

"No me dejes..."

Bajó la mirada por momentos, pensativo. Le pasó las manos por la cintura a Nadir para acercarlo y recargó suavemente su cabeza en el hombro del menor.

¿Cuándo...? Esa era la pregunta real, lo sabía, porque la mentira que llevaba con Richelle seguro no podría sostenerla en algún momento, sabía que ese cristal se rompería y derramaría por el comedor y la alfombra todo su contenido, porque, ya fuera ella o él, un día no aguantarían más... ahora mismo dudaba que pudieran aguantar mucho más y, aún así, seguía casado con esa persona, porque, aunque dijera muchas cosas, sus hijos le importaban y temía, realmente, perderlos, porque conocía a esa mujer y sabía bien que, si él la dejaba, ella haría de todo para no dejarlo ver nunca a sus hijos...

De por sí ya era difícil considerando su trabajo...

Tan sólo suspiró suave.

"Dame tiempo..." fue la única respuesta que pudo dar, quizás egoísta, porque Nadir ya le había dado demasiado de eso y lo sabía pero necesitaba un poco más, necesitaba arreglar las cosas con Richelle antes de... de destruirlas por completo.

Sabía que había, tras ese bien, mitad de resignación solamente...

Era problemática su situación y había metido a Nadir en problemas con su unida pero entrometida y conflictiva familia. no quería que Nadir tuviera que lidiar con eso, pero tampoco quería dejar a Nadir. Sabía que lo amaba mucho más de lo que podría amar nunca a Richelle... pero esa mujer...

"Este año, lo prometo, ni uno más... antes de que acabe el año, te prometo que podremos dejar de vernos de esta forma"

Lo soltó cuando él hizo por separarse de él, sólo porque le había entregado otro beso, aunque había aún cierta sensación de abandono en el aire mientras Nadir caminaba lejos de él.

"¿Tienes coñac?" preguntó luego de un pequeño silencio, decidiendo ir a alguno de los sillones de Nadir para sentarse, para meditar por un momento...

Suspiró echando la cabeza para atrás en el respaldo del sillón, cerrando los ojos...

"¿Por eso estabas con Érico?"

No tenía que abrir los ojos para saber dónde estaba y qué hacía Nadir, podía escuchar perfectamente sus gráciles pasos de modelo, el abrir de puertas, el sonido del cristal puesto sobre la mesa y el líquido llenándolo. Era relajante, como escuchar la voz de Nadir, que había soltaba palabras que ha sacaban una sonrisa.

Abrió los ojos para verlo y recibir la copa con una mano y con otra invitándolo a sentarse en sus piernas, jalándolo suavemente por la cintura.

"¿Debería?" preguntó juguetón, aunque con ese ligero tono posesivo acariciando sus labios "Mmmh... quizás un poco..."

"Debe ser muy malo para un modelo tener una pareja celosa..."

Y muy hipócrita de su parte considerando su situación pero... bueno, Nadir tenía una idea de porqué se había casado con esa mujer, y que no había sido precisamente por amor, al menos no hacía ella.

"¿Qué harás conmigo?"

"¿Sí?" Le sonrió antes de acercarse para robarle un pequeño beso en los labios, más bien cariñoso. "¿Como cuáles?"

Tomó un poquito de lo que le había servido Nadir. Si bien se había molestado algo con Érico por sacarlo de su casa cuando era de las pocas veces que podía convivir con sus hijos, le alegraba que ahora estaba con Nadir, alejado del teléfono de su casa y con el celular en silencio para no ser interrumpido por asuntos de otros.

Huir. No dijo nada, sólo se sonrió y pegó un poco más al cuello de Nadir, empezando a dejar inofensivos besos en él, escuchándolo, riendo bajito y pegado a su piel.

"Eras terrible"

Le dejó su copa y acarició con los dedos una de sus piernas, oculto ligeramente en su cuello, aunque después se mostró, con esa pequeña sonrisa que siempre le provocaba el modelo.

"No, porque entonces empecé a gritarles yo. ¿De quién fue la idea de dejarte unas esposas y sus llaves? Para eso están los del maquillaje y vestuario, para cuidar esas cosas... Al menos recordé que por allí debía haber alguna copia. Aunque no contaban tú travesura"

"No tantas como los los fotógrafos esperaban" admitió con una pequeña sonrisa, retomando su copa y bebiendo algo de su contenido. "Pero esas pequeñas travesuras son las que te hacían resaltar de todos los demás y hacían que tus tomas fueran las más auténticas..."

Bajó su mano y acarició un poco más la pierna de Nadir, recordando los inicios de ese chico que en más de una ocasión lo había hecho gritar de frustración, pero en aún más ocasiones, lo había hecho reír.

"¿Aún tienes las esposas?"

Se sonrió ante los movimientos casi gatunos de Nadir, esos que lo hacían resaltar en cada toma entre elegante y provocador.

Le dejó un fugaz beso en los labios, pero poco después reclamó uno un poco más largo.

"Sí, si quiero" Su mano rodó en caricias por uno de los costado del menor. Era agradable en muchas maneras, le gustaba lo poco que le exigía. Sin dar aviso, pasó sus manos bajó la esbelta figura, como su propia travesura, para ponerse de pie y cargarlo al más puro estilo princesa para llevarlo al cuarto con él.

“Es una buena pregunta” admitió con una sonrisa, recostándolo sobre la cama, con las piernas más bien cerca del borde.

Se acercó, quedando con el inclinado sobre él, con una rodilla apoyada en la cama, igual que sus dos manos, que mantenía a cada lado de su a veces escurridizo amante para dejarle pequeños besos en las línea de la quijada.

“¿Qué clase de prueba propones?”

“Me agrada la propuesta” admitió mientras cesaba un poco sus besos, sólo para recibir el que Nadir ahora iniciaba y él correspondía con gusto, aunque pronto sintió como su escurridizo modelo se le escabapa de entre los brazos para ir al cajón que seguramente contenía las esposas y, si no, otras cosas divertidas o necesarias para momentos así.

No resistió la tentación de tenerlo volteado, pues para pronto se movió el también en la cama para capurar la pequeña cintura del menor en sus manos y darle una pequeña lamida en la nuca, desde la base del cuello hasta poco antes de donde empezaba el cabello del modelo.

“¿Piensas huir de mí? Porque entonces empezaré a considerar las esposas como un artículo de uso diario.”