Dulces tentaciones

Vio aquellos ojos sólo por unos segundos pues pronto sus ojos se cerraron a verse seducidos juntos con sus labios a un beso, uno que le arrebataba el aliento y parecía querer arrancar parte de él por lo intenso que parecía, su mente divagaba en el silencio de aquel contacto, fundiéndose con el calor de sus lenguas que danzaba de forma delirante la suya queriéndose ser la que gobernara sobre ese vals.

Un quejido ahogo entre sus labios viéndose tensar por unos segundos a sentir el intruso, pero de nuevo le revolvía al olvido y sólo se relajo de forma lenta haciendo que el intruso fuera más llevadero, sus labios se separaron dándose una tregua sintiendo esa necesidad de respirar y allí escapo un gemido por el movimiento de aquel dedo en su ser.

Su interior empezó a acostumbrase a ese intruso revelando eso con aquellos gemidos que ahora escapaban sin rémora, movió su cadera por el sentir y provoco que sus excitaciones se rozaran, causando que su respirar se viera interrumpida por menos de unos segundos.

El roce entre sus cuerpos aceleraba su ritmo cardíaco y le llenaba de ansiedad también, de ganas de morder esos labios y devorarlo, de seguir el juego y frotarse también contra él, pero su pelvis parecía adelantarse a su idea, respondiendo por ella misma sintiendo más intenso esas caricias. Lamió los labios del menor y acarició con un segundo dígito su entrada antes de que éste le hiciera compañía al primero, buscando dilatarlo.

Se le escapó de nuevo el nombre de entre los labios al tiempo que estos rodaban por el cuello de Yves y su mano libre alcanzaba un tazón con crema de cocoa y avellanas*, embarrando en ciego sus dedos en ella para dibujar desde el cuello de Yves hasta uno de sus pezones un caminito que terminaba circundando la tetilla que después sería adornada con media cereza que la albergó en donde alguna vez tuvo su semilla.

Sus labios siguieron, sin embargo, el camino inverso al de sus dedos, iniciando por la fruta comiéndola directamente sobre la piel, rozando en cada pequeña mordida el pezón erecto y sintiendo en los labios el sabor de la crema que retiraría después lamiendo y yendo más allá del final del camino, hacía el lóbulo de la oreja que acarició con su lengua y dientes en una pequeña mordida.

"No me hagas esperar más..."

Spoiler:

Aquella lengua le resulto tentadora y casi se vio rozarla entre sus labios cuando esa atrevida los acarició, dejo una mordidita en ella antes de dejarla seguir en su travesura, estaba mal todo el sentir de su cuerpo porque era una lluvia de emociones que no le dejaba definir que deseaba hacer y que deseaba pedir sólo podía enloquecer con el sentir explosivo.

Sintió una corriente fría cuando lamió su pezón a capturar aquella frutita que lo estaba cuidado, no, no era fría en realidad era caliente pero parecía invertir todas las reacciones porque era lo que ahora estaba disfrutado por cada unas de las cosas que le untaba para adornarlo, se sentía una clase de bocadillo y lo peor o mejor según viera era que deseaba ser comido completamente por el mayor.

-Ahn...Yo...-, Se mordió el labio por el cosquilleo que estaba entre ello y que no se iba ni con ninguna mordida que parecía que sólo huía cuando los ajenos lo sometía, lo miró como su salvación, no, mejor dicho como si fuera lo más apreciado, en realidad ni ello podía definir ese remolino de brillo que se mostraba en su mirada.

Susurro a su oído como una respuesta a lo que escuchó de aquella voz profunda, pero que parecía que el ruido del silencio se llevaba su voz, su mano bajo a donde los roces de sus hombrías se juntaba y tomo ambas como buscando que ese delirios fuera mucho más presente en su cuerpo, se relamió el labio cuando su espalda arqueo por lo que sintió. Un “lo necesito...” Se escuchó en un delicado susurro que escapaba de su voz y su mirada se vio oculta en la falsa atención hacía las frutillas.

Apenas y pudo contener un jadeo cuando sintió, no sólo el miembro erecto de menor frotarse contra el suyo, sino la mano de Yves tratando de masturbarlos mientras balbuceaba algo que después, en un susurro, dio respuesta a la necesidad de ambos.

Estaba demasiado excitado para ese punto.

Sacó sus dedos del interior de Yves sólo para llevar amabas manos a las piernas largas y aun forradas con medias del menor, atrayéndolas, manipulándolas para dejar las posaderas de Yves al borde de la mesa mientras dejaba que su erección acariciar la otra en el camino hacía abajo y entre sus piernas.

En esa posición, una vez, más, una de sus manos descendió para acariciar superficialmente el ano y los testículos, alzándolos con cuidado para que no ocultaran esa parte de la anatomía ajena. Tomó de la mesa una manga con crema pastelera que sin querer apretó de más dejando salir algo de su contenido que se corrió por la duya y recogió con sus dedos... Podría ser un poco incómodo, pero suponía que funcionaría como lubricante cuando introdujera la puntita de la duya en Yves y apretara ligeramente para vaciar parte de su contenido en él.

Sus gemidos no eran oculto ya para esos momentos al contrario se mostraba libremente sin ninguna timidez aun cuando su gestos así lo demostraba, sintió como se movía el mayor casi al tiempo de moverlo apoyando sus manos en la mesa cuando estaba acomodado de nueva forma, lo miraba curioso de lo que pasaría en espera de aquello que se anunciaba.

Lamió sus labios que se encontraba torturados por tantas atención y miró de reojo lo que ahora parecía sujetar el mayor viendo con curiosidad lo que allí había, dejando la sorpresa aparecer cuando aquello que se había sujetado estaba entre sus piernas con la guía de la mano del adulto, jadeo a sentir que algo se alojaba en sus interior.

Temblaron sus manos por la sensación que dejaba, era tan igual y tan diferente a ese espesor que dejo antes, doblo sus brazos un poco dejando más apoyado su codos para sostenerse mejor ante las fuerzas que se deseaban ir.

No puso mucho, en realidad, apenas suficiente. La duya la sacó con cuidado para no lastimar y dejó la crema a un lado. bueno, quizás había usado un poco más de lo necesario...

Bajó sus dedos, acariciando las caras internas de los muslos de Yves hasta llegar a ese anillito de carne que parecía rechazar parte de aquello que había metido en él, como esos panecitos que al ser apretados suavemente sacaban su contenido.

Acarició el borde de su entrada y recogió ese poco de crema que había huido para colocarlo en el glande de su pene para tomar después en una de sus manos, ayudándose así a acercarlo a la entrada del menor. La rozó con la cabeza de su pene superficialmente antes de si quiera intentar penetrarlo, suavemente, lentamente, sintiendo la calidez y resistencia de sus paredes internas rodeándolo junto con el peculiar lubricante que había elegido y que parecía querer salirse.

Suspiro cuando sintió aquella leve molestia irse, pero quedaba otra aunque no realmente molesta de cierta forma si rara, le causaba una especie de... Escalofrió podía decirlo en una pequeña palabra aunque en realidad era tan diferente y parecido a eso. Sus piernas temblaron cuando aquellos dedos acariciaron un camino hacía su entrada de nuevo causando que su mirada se cerrara.

No abrió sus ojos de nuevos sólo suspiro conforme aquellos dedos jugaba tan cerca de aquel lugar, estaba perdiéndose en la oscuridad que le llevaba a sentir más cada unos de los toques de aquella mano, una de las suyas se movió pasando a tocar el pecho del mayor tentado entre esa ceguera que el mismo se dejo a no querer abrir sus ojos, acaricio los pectorales continuando su camino lentamente hacía abajo, pero se vio volver.

Detuvo su mano cuando pareció encontrar lo que buscaba, estaba por donde latía el corazón del mayor, era como si buscara sentir lo que allí pasaba, deseaba ver si estaba tan agitado como el que sentía su corazón a punto de salir.

Sintió la manita sobre su pecho y el delinear de las caricias por sus pectorales y parte del torso, haciéndolo a él mismo cerrar los ojos, deteniéndose por momentos en medio de esa penetración, sintiendo su miembro palpitar dentro del el menor, aunque ese palpitar no podía equipararse al que sentía acelerado en su pecho, en sus oídos incluso, casi ensordecedor.

Una de sus manos subió a donde estaba la de Yves y la apretó suavemente antes de pasarse por su brazo en una caricia hasta su espalda y más abajo, a su cadera para acercarlo a él, para llevar a lo más profundo su unión con un pequeño tirón del cuerpo de Yves que le dejó sentirlo completamente a su alrededor, haciéndolo jadear.

Sin ser capaz de esperar mucho más, su cuerpo inició un lento vaiven dentro del menor.

Jadeo a sentir aquella penetración su cuerpo poco a poco se iba acostumbrando a esa invasión, pero en principio era molesta aunque seguro no tanto como hubiera sido sin preparación, pero eso no dejaba de lado aquella sensación fría símbolo del dolor, respiro hondo tratando de relajarse, su mano paso a rodear por el cuello del mayor aferrándose a él.

-Hgn-, Cuando lo sintió completamente en su interior fue más consciente de aquel palpitar y el dolor que provocaba tal invasión, pero su mente jugaba con las emociones ya conocidas porque lentamente se movía para poder sentir un completo placer, aunque físicamente no hiciera nada, su interior empezaba a aceptar aquel invasor pero antes que se acostumbrara de todo lo sintió moverse.

Rasguño la espalda de su amante tratando de calmar lo que estaba provocando, se mordió el labio para no sentir tanto en un sólo segundo, pero cada embestida iba dominando hasta el punto de sólo llevar placer y hacerlo estremecer a liberar su gemidos.

Sentir las uñas rasguñando su espalda... esa había sido desde siempre una de las sensaciones que consideraba más eróticas entre todas, cuando se estaban teniendo relaciones, sentir al amante aferrarse de esa forma al cuerpo de uno, el rasgar de la piel que parecía un intento de desnudar al otro hasta de la propia piel para dejar sólo la carne, la esencia.

Podía sentir el cuerpo del menor responderle al besarle, lamer, chupar.

Su propia garganta emitía esos roncos sonidos al dejarse envolver en su interior, ser liberado por segundos y luego atrapado de nuevo. Sus manos necesitaban acariciar la piel joven, sentir los músculos bajo ella al apretarle con la palma, sentirle con los dedos casi hasta los huesos y, así mismo, las estocadas y penetraciones, buscando embestirlo cada vez más profundo, más necesitado.

Arqueo su espalda sintiendo su cuerpo relajarse un poco en una sensación placentera, su manos dejaron de aferrarse de aquella espalda tan intensamente sólo permitiendo que la yemas de sus dedos acariciara el cuerpo que lo sostenía, dibujando muy cerca de donde había rasguñado, una se aventuro más y acaricio los cabellos del mayor dejando un andar entre ellos.

Su otra mano paso a acariciar uno de esos fuerte brazos que lo sostenía, rozaba contra el hombro de mayor sus labios, dejando sobre esa piel su suspiro, lamió con tranquilidad antes de dejar una traviesa mordida cuando sintió aquella penetración profunda que casi lo hizo gritar pero allí contra ese hombro murió el intento de ese gemido por escapar.

-Ahn...M-maa~s...-, Se ahogo esa leve petición cuando el roce contra ese punto de emociones provocaba que hasta sus últimos sentidos se fuera, cerró sus ojos en un delirio de tanto placer sintiendo más vivamente cuando su interior se estrechaba atrapándolo con insistencia para que no abandonara su ser.

Le gustaba sentirlo aferrarse a él, sentir sus dedos en su cabello y la presión de ellos en su brazo. Le gustaba sentir que se asía de él aún con los dientes, aunque le sacara un pequeño gemido de dolor con ello, lo compensaba el oír el del menor que intentaba suprimir sus gritos.

Movió ligeramente el rostro aun lado y besó la mejilla y oreja del menor, cariñoso y pasional a la vez, pues sus manos dejaban marcas blancas de la presión que ejercían sus palmas en los muslos ajenos, en sus piernas.

A la petición de más, disminuyó el tiempo entre estocadas y jadeó silenciosamente al oído de Yves. La resistencia de su cuerpo, sus reacciones y su interior cerrándose a su al rededor, igualmente buscando mantenerlo dentro como sacarlo. Yves estaba tensándose y, si bien le preocupaba que eso fuera a lastimarlo, confiaba en su lubricante improvisado mientras seguía ese ahora acelerado vaiven.

La sensación de la piel ligeramente pegajosa ahora por el dulce entre las piernas de Yves y su pelvis resultaba, en cierta forma, también bastante llamativa, sexy, porque hacía a la piel de uno pegarse a la del otro, creando una nueva experiencia, una sensación diferente que se sumaba a la gran experiencia, al calor abrazador del interior del menor, a su cuerpo juvenil, casi adolescente que le hacía desear devorarlo a mordidas, un deseo que sólo podía expresar besando pasionalmente el largo, blanco y descubierto cuello del menor.

El compás que tomaba las embestidas era una sensación placentera, esas pausa entre cada penetración le hacía más vivida la emoción del sentir del palpitar de aquel sexo, y su caliente temperatura que se mezclaba con el de su cuerpo, dejándolo perdido en las sensaciones, buscando ellas sin darse cuenta lo que provocaba que sus caderas se moviera en unísono de manera lenta para no interrumpir aquel encuentro.

Sus cuerpos estaba tan cerca que dejaba su sexo atrapado entre ambos causando que se rozara brindándole también placer, haciendo que cada fricción fuera más llamativa, jadeo ladeando su rostro dejándole expuesto su cuello para su glotonería cuando su mirada desvió pudo ver de reojo aquellas frutillas que quedaron abandonas y que era sencillamente llamativas.

Una de sus manos fue guiada hasta donde se encontraba aquellas fresa y tomo una, la miró como si fuera una pequeña joya, lo acerco a sus labio dándole una pequeña mordida haciendo que se viera el carmín de sus labios a causa de aquellos beso dado y también por el juego con la pequeña fruta compartiendo aquel sabor y sensación a buscar los labios ajenos.

La sensación lo estaba invadiendo cada vez más anunciándole que no soportaría mucho más, estaba perdiendo cada control de su mente por aquel nublo tan profundo que empezaba a dejarle ver pequeñas motitas de luz a cerrar sus ojos ahogándose en ese placer intenso.

Dejó mordidas suaves en el cuello de Yves, sin marcarlo, hasta cariñosas, aunque en un par de ocasiones se le pasara un poco la mano, por el frénesi del momento, por la posibilidad de hacer, por las muchas sensaciones que le permitía ese cuerpo joven que parecía entregarse sin reservas.

Podía jalarlo más hacía él, sentir su excitación contra su propio vientre o su cabello en sus manos, casi enredado, ligeramente húmedo por el sudor, era... simplemente exquisito, así que era casi inevitable pasarse un poco con las mordidas. Entonces, para su aparente apetito, el menor le presentó la solución en sus labios, en besos de fresa que le hicieron sonreír mentalmente, mientras su lengua acariciaba los labios ajenos y poseía el fruto de su boca.

Las embestidas se hicieron más profundas, más concisas, más fuertes, porque por un momento la inhibición que le provocaba el estar pensando en el bienestar del menor se había esfumado por el nublo que produjeron las sensaciones a sus pensamientos.

Mordió su labio mientras un suspiro se le escapó del pecho y salió cómo aire más bien por su nariz. Besos, muchos besos y pequeñas mordidas en esos labios sonrojados para compensar cuando los dejara para poner su mejilla contra la ajena, sintiendo los jadeos inundando sus labios semiabiertos mientras sus manos se sostenían de la mesa, necesitando más apoyo para esas que sabía serían de sus últimas estocadas antes de terminar...

El beso fue una delicia compartida pues se encontraba gustosos con él, esos sabores que se entremezclaba era lo más llamativo, ahora sólo se dejaba estar el instinto encontrado en la satisfacción de su cuerpo a verse complacido con aquella unión, una sensación que sólo provocaba el vibrar de su ser hasta la ultima fibra de su existencia sin darle tregua alguna.

Se vio expuesta de nuevo su voz cuando sus labios fueron abandonados pero en intervalo con el silencio a ahogarse en su garganta aquellos gemidos cada que esas embestida le arrancaba el aliento haciendo explotar ese sentir hasta exponerlo en lo más exquisito que hubiera sentido, dejando todas su fuerza irse con la sensación que socorría en un halo frió.

Rasguño sin reserva esa espalda a aferrarse a él por la sensación tan profunda de aquellas penetraciones que parecía irse más profundo en él, dejando en evidencia el clímax en el que se vio envuelto sintiendo su propia simiente marcha su abdomen.

Podía sentir las reacciones sinceras de ese cuerpo que lo atrapaba, que se asía fuertemente de él.

Sus jadeos cada vez eran más sonoros, no había aire, todo se agotaba, pero era exquisito, era... difícil de describir, y cada estocada... Un sonido de gemido ahogado salió de sus labios cuando sintió las uñas del menor haciendo estragos en su espalda y en su cabeza, su libido.

Sentía las contracciones del interior ajeno al rededor de él y muy claramente en esas últimas estocadas, porque los espasmos del orgasmo en el menor le masturbaban a la vez que su cuerpo le recibía y la simiente caliente del cuerpo que sentía temblar debajo de él era suficiente, era demasiado erótico...

A penas una exhalación, un "ah..." mientras cerraba los ojos para sentir en carne propia esos mismos espasmos que generaba el orgasmo, que lo hacía venirse en ese cálido interior, sin reservar nada, sintiéndose moverse apenas una estocada más en él antes recostarlo sobre la mesa, sin fuerza para mantenerse el mismo, al menos por esos segundos.

Con una mano le sostuvo de la nuca y la otra acarició su muslo suavemente mientras lo dejaba sobre la mesa para recostar él mismo su cabeza en el pecho del menor, dejando un beso justo al centro de éste, sobre el corazón que parecía palpitar tan rápido como en suyo...

Ahogo un gemido a sentir aquella esencia en su interior, le causo un estremecimiento la sensación que provoco aquella ultima embestida fue algo que se grabo en esos momentos en su cuerpo para mantener aquel sentimiento, sólo seguía aferrado al mayor a no tener mayor fuera ni deseo de separase aun de este, le daba tiempo a su cuerpo de sentirse tranquilo pero eso parecía algo muy lejano.

No reparo en estar aun más recostado sobre la mesa, sólo sentía los últimos cosquilleos de aquel abismo intenso que dejaba como un sentir de soñolencia en todo su ser, pero lo único que explotaba en movimiento era su rebelde corazón que seguía latiendo intensamente para adelantarse, suspiro a sentir aquel beso sobre este y lo abrazo mejor, aunque era más como acunar la cabeza del mayor, enredando su dedos en su cabellos.

Cerró los ojos en la calma que esas pequeñas manos le proveían, apenas un instante, un respiro... Y luego apretó fuerte los ojos ante un insesante sonido.

Gruñó molesto antes de extender el brazo al reloj por costumbre. Puso las manos contra la cama para obligarse a separarse de ella y apenas procesaba todo cuando sintió una mirada sobre él que le hizo voltear a la puerta.

Él no era de ir a abrir puertas en la mañana, pero se había preocupado cuando la alarma de Beltrán no dejó de sonar en un muy largo rato. ¿Y si le había pasado algo? (además de que debía ir a la escuela en un rato más y generalmente era Beltrán quien lo llevaba)

Cuando lo vio al fin levantarse, aunque de malas al parecer, se hizo un poco hacia atrás por su mirada y se apresuró a escribir algo en su pizarrón.

Vio el letrero con algo de difícultad. Era especialmente en días así y momentos como ese, que le molestaba que Mishka no hiciera siquiera el intento de hablar.

"Sí, estoy bien... ¿Te molesta desayunar cereal hoy? Sólo me doy una ducha y te llevo a la escuela."

Lo miró sintiendo algo de desconfianza por su respuesta, sobre todo porque Beltrán no era de los que se quedaban dormidos ni nada, pero... Bueno, ya se estaba poníendo viejo, según Yohann... Quizás eso era todo.

Asintió luego de un par de segundos para dejar que el mayor se tomara su tiempo para salir de la cama por una vez. No es como que él tuviera apetito especialmente en las mañanas.

Apenas se fue Mishka, cerró de vuelta los ojos para maldecir en voz baja. ¿Qué rayos pasaba con él? No era un quinceañero para tener esa clase de sueños... Sobre todo no para tenerlos pensando en alguien que de hecho si estaba cercano a ser un quinceañero.