Dulces tentaciones

Todo el cuarto olía a vainilla, pero no como la de la oficina de Hugo que era un aroma a vainilla quizás demasiado sintético. No, era el aroma del dulce impregnando cada rincón del apartamento.

Las cosas sobre la mesa del comedor se disponían elegantes y listas para ser usadas, pero ninguna era siquiera la mitad de atractiva que la que sus labios devoraban con pequeños besos en el cuello que se mostraba expuesto. El aroma del champú también se dejaba notar sutilmente cuando los largos cabellos acomodados en una coleta chocaban contra su nariz.

Sus manos parecían tener mente propia pues no esperaban a las instrucciones, sino que acariciaban las piernas del menor aún sobre la ropa, la escasa ropa, entre ellas las medias con encaje que una de sus manos arañaba, como si luchara con el liguero para que la soltara.

La sensación de estar entre sus piernas, el aroma de su piel y su cabello, era todo tan intoxicante...

Suave carmesí asaltaba sus mejillas dejando aquel rubor leve cubrirlas y llamando la atención hacía sus labios que se encontraba entreabiertos para permitir la huida de esos pequeños suspiros causados por esos besos, una de sus manos apoyaba contra aquella superficie sosteniendo así su cuerpo un poco elevado sin encontrarse de todo recostado sobre aquella mesa.

Como siguiendo el deseo del dueño de aquellos labios se fue recostado dejando que sus cabellos terminara de caer hacía su espalda apenas mostrándose bajo de él a encontrarse sujetado dejando solo un pequeño juego de algunos hilos azulados cubrir su clara piel para delinear hasta donde aquella entallada prenda cubría.

Los besos bajaron por el cuello hasta la clavícula mientras recostaba el esbelto cuerpo del menor en la mesa, acomodándose entre sus piernas mientras su lengua delineaba el contorno de la prenda superior antes de morder el borde y chupar, dejando que se escuchara el suave sonido de succión.

Dejó un beso justo sobre el lugar donde estaría oculto un pezón tras la blanca prenda y se irguió de nuevo para observar al hermoso joven frente a él y la provocativa y a la vez aparentemente inocente vestimenta que llevaba, de un blanco tan puro, con detallados encajes, que no hacían más que tentar a mancharlo, a arrancarlos con los dientes.

Guió una de las blancas piernas hacía arriba y empezó a besar sobre las medias blancas la pantorrilla y luego la cara interna del muslo del chico, sintiendo los detalles del encaje en sus labios y luego en sus dientes. Se guió hasta el liguero y soltó la media de éste con los dientes, sonteniéndola del encaje para irla bajando lentamente con la boca por la tersa piel lechosa.

-Aahn~-, La suave voz se escuchó como un bello susurro que ahuyento el silenció de la habitación cuando aquellos labios succionaron su piel haciendo que un débil sonrosado se notara en su piel borrándose lentamente dejando solo pequeña muestra de aquel contacto, sus manos pasaron a detenerse en la orillas de aquella prenda aunque no se notara mucho de donde agarrar pero casi era como si deseara estirarla para cubrirse un poco dejando un aire inocente.

Se cubrió sus labios cuando ahora la atención pasaba en sus piernas, mirándolo avergonzado con sus mejillas más encendidas y ocultarse tras aquella mano que no impedía mucho que sus labios dejara escapar los traicioneros gemidos.

Le parecía tan dulcemente inocente, con esos ademanes de subirse, las mejillas rojas de quien esta descubriendo poco a poco las sensaciones de su piel y el suave intento de contener los sonidos.

Mordió con cuidado la cara interna de uno de los muslos del menor, dejando la marca de sus dientes en ellos, apenas notoria por la presión que dejaba huellas mientras se sentía acercar más al centro de sus piernas, donde estaban las blancas pantaletas.

Su boca se detuvo sobre ellas, exhalando en un jadeo aire caliente sobre la zona abultada que para una portadora normal de esa prenda hubiera sido mas bien plana y puso la palma de una de sus manos sobre la intimidad del menor, dejándola reposar simplemente sobre la zona amoldándose a sus curvas antes de acariciar, buscando con sus ojos azules la mirada ámbar escondida tras ese llamativo rojizo.

Miró al mayor con sus ojos entrecerrado como ocultando su mirada de aquellos profundo ojos que ahora parecía ver más allá de él, era como si esa mirada pudiera ser una extensión más de su mano que provocaba dulces caricias en su cuerpo y que ni siquiera el ocultarse tras sus parpado le hacía sentir menos aquellos delicados roces muy al contrario hacía que su cuerpo vibrara más pero nada comparado con el sentir de aquel aliento en esa zona tan delicada.

-Ahnm~... Noo~-, Su voz fue tan terriblemente delicada que rayaba más lejos que una negación, era más bien como una dulce invitación a pecar, su mano derecha rozo la cabeza del mayor dejando que sus dedos se enredara en los cabellos ajenos, dejando lentos movimientos como si acariciara el cuero cabelludo.

Su mirada dorada apenas fue un nublado reflejo cuando volvió su mirar al mayor y entre delicado suspiro trato de llamar al hombre que lo seducía en aquellas caricias. -B-Bel..tra~n-, haciendo que su voz lentamente fuera muriendo hasta el punto a que el ultimo sonido fuera parte de su propio respirar.

La voz era suave, esa que negaba con apenas un hálito de voz, la que le llamaba por su nombre con una dulzura tal, con muescas de deseo que se combinaban, extrañamente, a la perfección con la inocencia y la pureza de la petición.

Rozó con las yemas de los dedos el borde de la ropa interior, pero no la bajó, sino que subió sus manos a donde estaba la parte inferior del corset, encontrando los listones del centro, deshaciendo el lazo para ir abriendo poco a poco la prenda mientras disfrutaba de las caricias de esas pequeñas manos que, cuando se descuidaban, él se movía para besar en los dedos o apresar suavemente entre los labios y los dientes, mientras sus manos continuaban la labor de deshacer la atadura hasta que fuera sólo un lazo blanco nacarado cayendo a un lado de la mesa y sus manos abrieran la prenda para exponer el pecho blanco y juvenil del menor y las dos florecitas rozadas que parecían mostrarse tímidas sobre la piel lechosa.

El roce caliente que dejaba el listón a ser retirado dejaba una sensación de añoranza, pero que con el simple soplido del frió provoco arquea su espalda y verse más expuesto sus erectos pezones como si quisieran ser mordidos y saboreados, pareciendo unos pequeños dulces que sólo se sentirían bien en la boca del mayor.

Su cuerpo era tan sincero en sus reacciones que dejaba ver como hacía que su excitación creciera, el cosquilleo que bajaba a su entrepierna la cual se mostraba orgullosa a pensar de estar oculta, sintiendo que su resistencía era poca. -Be~l... Beee~l...-, Suspiraba como si quisiera forma aquel nombre, pero que este se negaba a escapar como deseando que alguien los sellara en sus labios.

Un roce contra las caderas ajenas fue su inocente reacción a la cercanía que buscaba cuando lo abrazo, susurrando en su oído suaves palabras que se perdía junto al silencio, su cabellos se movía a cada unos de sus movimientos como si acariciara su espalda cuando medio se incorporaba pero algunos se pegaba a ella deseando aun ocultarla.

Al estar tan cerca, ni siquiera necesitaba bajar la mirada para saber la condición en la que se encontraba el cuerpo ajeno, pues podía sentir su erección contra su cadera, pero también su esa voz que clamaba su primer nombre a medias, deseos, anhelante. Sus labios robaron la voz del menor, mordiendo el labio inferior suavemente antes de profanar la boca con su lengua que acarició a la moradora de esa cueva húmeda, seduciéndola a salir, como abrazándola.

Sus manos tantearon por la mesa y sus ojos revisaban apenas en un vistazo las vasijas, los platos, hasta que una de ellas alcanzó un tazón que se podía sentir frío al tacto, tomando una de las cositas rojas en su contenido para acercar la fresa fría, congelada, incluso con esa escarcha sobre ella, hacía la esbelta espalada del menor, dibujando del camino desde abajo hacía el cuello mientras sus labios seguían ocupándose de esa boquita.

Rompió el beso sólo para verlo a los ojos y pasar esa fresa al frente de su torso, acariciando con la punta fría que apenas empezaba a derretirse por culpa del calor del cuerpo ajeno, hacía uno de los erectos pezones del menor que clamaban por atención, rodeándolo con esa puntita que parecía empezar a gotear de su jarabe rosado al se oprimida.

Era atrapado en aquel beso siendo sometido ante el capricho de aquella intrusa que buscaba esa cercanía con su lengua, sintiendo aquellos roces que provocaba una sensación de cosquilleo, un jadeo murió en esos besos cuando aquel sentir frió rozo su piel caliente haciendo que se erizara por el contacto que causaba una temperatura tan diferente con el calor que ahora sentía dejando una sensibilidad mas notable.

Suspiro casi con delirio con lo suave y profundo que podía escucharse aquel sonido de entre mezcla de placer cuando sus labios fueron abandonados. -Ahnm.-, Fue capaz de por fin dejar fluir aquellos sonidos que le arrancaba con el paso de esa frutilla fría sintiéndolo ahora en su pezones los cuales se mostraba erecto y con más vigor por el acariciar frió.

La reacción era tan visible en su cuerpo como se mostraba aquella leve tensión en su vientre cuando aquel camino sonrosado de ese liquido bajaba acariciando su piel de forma lenta dejando ese rastro húmedo con deje de la temperatura. Algunos encontraba su camino pronto a ser solo pequeñas gotas que se detenía donde tocaron la piel otras continuaba hasta verse alarga y muchas más continuaba su camino más allá pero sin poder llegar muy lejos, era como abrir pequeños caminos que buscaba ser tentados.

Siembre había habido algo que le gustaba cuando estaba de esa forma con alguien... los sonidos, los suaves y los ahogados, más que los gritos, y la boquita ajena parecía llena de esos sonidos que morían en su beso, en suspiros que seducían a sus oídos y le parecían aún más "orgásmicos" que muchas frases cliché, quizás sucias, que pudieran decirse en ese momento.

Recogió con su lengua las gotitas que dejaba caer la fruta empezando por el vientre del menor, donde habían llegado las más aventurares, para subir hasta el botoncito rosado que era adornado por la fruta y atrapó ambos, frutilla y botón en sus labios, lamiéndolos, como degustándolos por sus propiedades especiales a cada cual antes de colocar la fruta sobre la carne y degustarla allí, a pequeñas mordiditas hasta llegar a la carne que se sentía ahora fría por causa de la temperatura a la que había sido expuesta, dispuesto a calentarla de nuevo entre sus labios mientras succionaba.

Una mano había cuidado la espalda ajena, mientras que la otra volvía aventurarse en la mesa, tirando sin querer un bote cerrado que acercó después... crema batida para adornar el botoncito que parecía envidiar a su gemelo por las atenciones que estaba recibiendo.

El sentir de aquel órgano húmedo sobre su vientre provoco cierto cosquilleo que hizo erizar su piel, dejo que el recorrido continuar solo hasta que llego a su pezón donde aquella frutilla le compartía su fría temperatura provocando que deseara mucho más mimos, su mano paso a notarse inquieta cuando la atención era tan envidiable en unos de sus pezones pero que fue escuchado al parecer por el mayor pues sintió de nuevo un toque frió.

Aunque la sensación fue más diferente era como espuma sobre él, su mirada bajo notando aquello blanquecino que había dejado un camino sobre su pezón, se vio tentado a tocar dejando que la yema de unos de sus dedos rozara la crema batida jalando un poco casi haciendo una puntita hacía arriba por la forma que fue tomada antes de lamer su dedo.

La punta de su lengua asomaba con timidez entre su labios delineando con cuidado su falange haciendo que cualquier rastro fuera muy lentamente retirado, rodeando su dedo con lentitud casi mostrando el movimiento antes de chuparlo como asegurando de quitar aquello que lo adornaba.

Casi se perdía del espectáculo, pero el movimiento del cuerpo ajeno y los pequeños sonidos lo alertaron a tiempo para ver como hacía del retirar de ese postre de su dedo una de las más eróticas escenas, emulando otra parte del cuerpo y otro tipo de líquido blancuzco para retirar con esa boquita, algo que, aunque una parte de él, quizás su súperyo, le reprendía por pervertida, otra se justificaba con lo inevitable que resultaba ese pensamiento.

Abandono la piel con un lengüetazo suave bajando sus manos a la cadera del menor para atraerlo más a él y robarle un beso en los labios para rescatar de la comisura de sus labios un poco de la crema batida que había olvidado, por momentos, permanecía en el pecho del menor, lo que hizo que, al acercarlo, se manchara él mismo con ella y, aunque no perdió por completo la noción de la sensación espumosa contra su pecho, se vio distraído mimando y seduciendo los labios ajenas mientras sus manos exploraban las vértebras de la columna vertebral y uno de los muslos blancos y las muchas texturas de la ropa interior de encaje, el liguero y las medias...

Sus labios quedaron húmedos por aquella travesura que había hecho, su lengua planeo limpiar los pequeños rastro que quedo en ellos pero se vio sorprendido por aquel beso quedando por unos segundos estático, cuando respondió disfruto de aquella cercanía dejando que el experto le robara el ultimo dulzor que había quedado.

No remediaba que al estar cerca aquella sustancia espumosa mancharía al otro cuerpo muy al contrarió se veía acercara más casi frotándose con él dejando aquella pequeña muestra extenderse, no pensaba ni siquiera que podía molestarse, sólo estaba disfrutando de aquel contacto, se separo de aquellos labios con un suspiro cuando necesito el aliento.

Sus manos había empujando un poco del hombro del mayor viendo aquel rastro sobre el pecho ajeno, sus ojitos mostraron como un pequeño brillo que prácticamente fue un fantasma a casi no durara en aquella mirada, dejo un primer beso donde aquella mancha se notaba nacer antes de lamer lentamente, dibujando pequeños caminos a sólo rozar la punta de su lengua antes de volver sobre ello limpiando mejor ahora en besos húmedo a chupar la piel.

Se separó de él cuando las manitas sobre sus hombros lo pidieron, aunque su cuerpo no podía seguir mostrándose indiferente después de al forma en la que su piel había tenido contacto con la del más joven que, después de frotarse tan suavemente contra él, de esa forma sutilmente insistente, había logrado que reaccionara en otra parte de su anatomía que empezaba a mostrarse orgullosa, aunque oculta en su prenda inferior.

Miró eso ojitos que le parecieron brillar con travesura por un momento antes de que los finos labios del menor se acercaran a su piel, manchada con el dulce, para besarla y lamerla, provocando pequeños escalofríos que erizaron su piel y también contribuyeron de alguna forma a su erección.

Si las lamidas pequeñas habían parecido las de un tímido gatito que acicalaba a otro de su manada, esos besos húmedos que habían llegado después eran muestras mucho más humanas de deseo... ¿de cariño?

La punta de sus dedos sólo acariciaba los brazos del menor apenas rozándolos, sus hombros, de ratos algunas de las hebras de cabello que caían suavemente por su espalda, mimándolo y alentándolo a seguir con esos besitos que parecían despertar tantas sensaciones en él que podía ver lo aparentemente dedicados de esos labios sobre su piel.

La atenciones seguía, sus labios era demasiado cariñoso con aquella piel retirando cada rastro que se notaba y hacía constante en el torso del mayor, en un punto no pudo evitar chupar más de la cuenta dejando un carmín perfecto que hacía relucir una orgullosa marca, cuando se vio satisfecho con el saborear aquella piel sus besos parecieron retomar el camino hacía el cuello del mayor.

Mordió la manzana de Adán de Beltran, siguiendo aquellas pequeñas mordiditas hasta encontrarse de nuevo con los labios que en un punto fueron los que iniciaron todo aquel pequeño juego, sólo dejo una caricia sobre ellos como un beso infantil.

El cuerpo del menor le parecían tan delicado desde al ángulo en que lo miraba que podría bien pasar por el cuerpo de una chica, de no ser por carecer de ciertas curvas y atributos solamente femeninos y tener uno que sólo correspondía a los chicos...

Pero el cuidado que parecía haber en sus labios, en los besos y las pequeñas succiones que, con una travesura disimulada inocente dejaban marcas en su piel, era tan... llamativo, tan dulce que era difícil pensarlo como algo que venían de otro hombre. Pero entonces lo contrarrestaban las pequeñas mordidas que, hambrientas, subían por su cuello y lo tentaban aún más a perder el control.

Sus manos, al menos, habían bajado a la cintura del menor y exploraban en los bordes de la parte posterior de la prenda íntima que quedaba en ese pequeño cuerpo, colándose una de ellas bajo el encaje blanco para acariciar uno de esos redondeados glúteos mientras sus labios sucumbían a la tentación de otro beso...

El bote de crema sobre la mesa... lo rescató con la mano que no parecía tan ocupada y, en un momento de atrevimiento, lo agitó para después verter algo de su contenido dentro de la parte trasera de las bragas del de dieciséis.

Se encontraba disfrutando aunque fuera pequeñas muestra de afecto, eso le gustaba, se estremeció cuando sintió aquella sensación fría en su trasero, dejando entre aquel beso apenas lo que sería un leve gemido de queja tal vez, mordió aquellos labios como una pequeña venganza antes de lamer el labio inferior, pasando a jugar con aquella intrusa que invadía su cavidad.

Danzaba su lengua junto con ella, enredándose casi como si deseara fundirse, era como devorar esos labios, ahogando así el ultimo de su placer, su mano se detuvo en el pecho del mayor en el nivel del corazón como escuchando su latir que estaba junto a los suyos que ya casi podía escuchar en su oído, su otra mano quedaba en el hombro casi rozando la nuca.

Quien sabe en que momento bajo su mano siguiendo por el vientre hasta la orilla del pantalón donde dejo pasar su dedo lentamente antes de abrir el botón empujándolo un poco, cuando este cedió bajo el cierre siguiendo entre ella rozar aquel excitación que ya se mostraba, termino por colar su mano para liberar aquella hombría y dejar que sus dedos acariciara la longitud.

Sintió la mordida en sus labios pero no la reprimió, sino que sonrió para sus adentros pensando que se lo merecía, pero agradecía que no hubiera sido tan fuerte.

Correspondió el seguir de ese beso mientras su mano jugaba con esa pequeña cantidad de crema que había dejado en las bragas del menor y ahora usaba casi como crema corporal mientras sus manos se encargaban de esparcirla por una de las nalgas de Yves y entre ellas, pero sólo tentando, sin llegar a hacer más que acariciarlo.

Suspiró suave con el romper del beso y cuando se recargó en su pecho sólo elevó un poco la mirada, tratando de regularizar su respiración que se encontraba ligeramente agitada, como el órgano en su pecho. Pero las acciones del chico no parecían desear que eso pasara en realidad, porque pronto sintió una de sus pequeñas manos bajando por su pecho hasta su vientre y después a su pantalón para encontrar esa parte de él que había estado reaccionando tan favorablemente a toda esa pequeña escena y ahora se encontraba erguida y gustosa de ser expuestas por aquellas manos, mostrándose enrojecida y engrosándose en las nuevas caricias.

"Yves..."

Llamó en medio de un sutil jadeo que se notó en la exhalación de su aire, había una especie de mezcla entre deseo y regaño en la forma en la que había liberado ese nombre.

Sus manos dejaron esos pequeños glúteos y su mirada se fijaba en él. Aún podía sentir algo del dulce en sus dedos y, aún así, intentó hacer al menor levantar su mirada a él, pero terminó rozando con los dedos sus labios, como deseando algo más de ellos...

Escuchó su voz de aquellos labios y provoco erizar su piel cuando se estremeció su cuerpo, era como mandar mil y una vibraciones por todo su ser o mejor dicho era provocar que una oleada de calor surcara desde su oído hasta todo su cuerpo como algo realmente agradable y que sólo podía disfrutarse en algo placentero.

Sus dedos continuaron la travesura a pesar de eso, dejando sentirse de la punta a la base y volver sobre su camino antes de seguir aquel juego, como si aquel "regaño" sólo le llevara a desear ser un poquito travieso. Mordió el dedo que rozo su labios antes de lamerlo, acariciando con su lengua su falanges casi como si fuera una imitación de lo que hizo anteriormente con los suyos.

Lo estaba tentando de tantas formas, a su imaginación más que nada, porque lo masturbaba al tiempo que sus labios parecían querer hacerle referencia a esa otra parte de su anatomía de lo que podían hacer sobre ella, cobrándole un pequeño jadeo que se ocultó como un suspiro, mientras sus dedos exploraban un poco más dentro de esa húmeda cueva, dejándose mimar por la lengua...

Pero todo eso parecía repercutir en su hombría que empezaba a palpitar ansiosa por más que sólo esas caricias.

Su mano libre acarició uno de los hombros de Yves antes de bajar por su costado hasta colarse en la parte delantera de la ropa interior del menor para acariciarle también, lenta pero firmemente en su erección oculta.

Su lengua golpeaba aquel digito que era el intruso en su habita, deslizo sobre el deslizándose lentamente por su longitud a seguir el juego, chupandolo y mordiéndolo de aquella forma suave cuando lo sacaba de su boca para dejar que sólo la punta del dedo disfrutara del trato, un gemido murió contra el intruso cuando lo atrapo de nuevo hasta la mitad haciendo que aquel sonido mudo vibrara contra él.

La atención aquella hombría se detuvo a causa del estremecer de su cuerpo dejando que sólo la palma de su mano sintiera el palpitar de aquel miembro y sus labios dejaron otro gemido escapar de entre ellos cuando dejo de mimar aquel dedo viéndose como relamía sus labios, sólo era una reacción explotada por la lujuria que había despertado en él sin llegar a conocer de todo el limite de ese sentir.

Oculto su rostro en el cuello del mayor de tal forma que aquellos gestos de sinceridad se ocultara entre aquel surco y su cabello que ya se dejaba ver un poco despeinado, dejando sólo notar algunos hilillos de color azulado salir de aquella coleta.

Lo sintió ocultarse, pero lo dejó hacerlo por momentos, sintiendo como dejaba de mover su mano en él, pero sin detener sus propias caricias, al contrario, llevando su otra mano hacía esa zona baja para retirar la prenda interior, deslizándola por las blancas piernas.

Subió, después, esa misma mano por entre las piernas, rozando con las yemas de los dedos las caras internas de los muslos de Yves y acariciando con dos de sus dedos, humedecidos por la saliva que había dejado el menor en uno de ellos, el canalillo entre las nalgas del menor mientras sus labios dejaban pequeños besos en su cuello y hombro.

La caricia sobre su pierna llevo a moverla sintiendo que aquella prenda que cubrir un poco su cuerpo pasaba a deslizarse entre sus pies para terminar por caer en el olvido, su mejilla se vio frotar contra el cuello de Beltran como ocultando la pena que se apodero de él a verse tan expuesto, pero eso sólo dejaba que su aliento también acariciara la piel del mayor.

-¡Ahn!-, Gimió contra el oído de aquel que le regalaba esas caricia, sintiendo aquel dedo que se aventuraba y que desde ese punto podía sentir un paso silencioso hacía su vertebral que era un cosquilleo interno que causaba un fulgor estremecedor difícil de describir, pero era algo que no podía simplemente salir así de su cuerpo necesitaba que creciera más el sentir y lo buscaba con roces contra el cuerpo del adulto, causaba esa fricción demandante que solicitaba el deseo de más.

Se estremeció ligeramente por ese gemido contra su oído y la respuesta del cuerpo ajeno que se frotaba contra él, necesitado, haciéndole sentir esa misma necesidad por más contacto, por lo que sus labios buscaron los del menor que parecía seguir buscando ocultarse de él.

Lo beso con deseo para anestesiar los que su dedo planeaba hacer tras haber encontrado la entrada del menor, acariciándola también, preparándola con la yema antes de invadirla lentamente, empezando a entrar y salir de ella, al menos dejando entrar hasta la segunda falange de su dedo.