Confrontación

Joseph había llegado al centro comercial, al lugar donde habían quedado de verse y, debía admitir, que estaba realmente molesto por la forma en la que Érico lo había sacado de su casa sin darle razón, y eso que pocas veces tenía tiempo para dedicarle a sus hijos. Y no es que ellos fueran los más apegados a él pero... ¡ponerse en ese plan!

Y además hacerlo esperar...

Suspiró mirando su reloj, si no llegaba en 5 minutos, se marcharía.

Llegaron después de un rato, se estacionó cerca de la puerta del centro comercial y apagó el auto, elevando los seguros poco después.

"Puedes irte si gustas... aunque creo que sería mejor si te quedarás a ver qué pasa..."

Frunció un poco el ceño por la respuesta, pero decidió salir del automóvil, esperando que Nadir hiciera igual, mirando su reloj, notando la hora.

"Anda, o Hugo se pondrá de mal humor..."

Miró nuevamente su reloj antes de suspirar, levantándose para ir camino al estacionamiento, aunque apenas se asomó por el pasillo notó a dos figuras conocidas. La primera lo hizo sonreír... la segunda borró completamente su sonrisa.

Eso no iba a estar nada bien.

Su primera reacción fue fruncir el ceño, después suavizarlo en esa que era la sonrisa de negocios:

"Érico, no me dijiste que estabas con Nadir, qué agradable sorpresa" Traducción: ¿qué quieres con esto? "Aunque pensé que querías hablar conmigo a solas"

No tardó en ver a su hermano menor, y no se había equivocado, se veía molesto, que hablara en ese tono semiformal lo hacía evidente.

"Quería hablar contigo fuera de tu casa, no creo que tus hijos o Richelle tengan que saber de esta conversación"

Caminó tranquilo hasta quedar frente a él, casi tentado a tomar a Nadir del brazo para evitar que corriera en alguna otra dirección.

"Además, a Nadir le concierne"

Se sonrió ligeramente por el comentario de Nadir, por esa forma ligeramente infantil y dulce que tenía de nombrar ciertas cosas que parecía, para él, aligerar las cosas, hacerlas más... digeribles, más amables. La que le agradaba.

Ah, sí, justo allí debía llevar la conversación su "querido" hermano.

"Si nos concierne a Nadir y a mí entonces seguro no te concierne a ti. Vaya sitio te has venido a elegir" comentó cruzándose de brazos, mal mirando a su hermano mayor antes de volver la mirada a Nadir, una quizás más amable. "Prefiero el plan de Nadir"

Porque claro que prefería ir a comprar golosinas que tener que lidiar con su hermano y a éste metiéndose en sus asuntos.

Al final, a quien terminó tomando de la solapa de la ropa fue a Hugo, hablándole realmente serio porque era evidente que él no lo estaba tomando así y le molestaba, le enfermara que hiciera ver como si eso fuera un juego para él.

"¿Crees que tu familia no se da cuenta? Tienes dos hijos, al menos por ellos deberías ser más consciente"

"¿Eres idiota o algo por estilo?" preguntó por lo bajo cuando el bruto de su hermano lo agarró de esa manera, frunciendo el ceño al troglodita que estaba frente a él. "Estamos en público"

Hizo que le soltara, aventando su mano después, arreglándose la ropa antes de seguir a Nadir dentro del área de comidas, aceptando automáticamente la mesa que el menor había elegido, tomando un asiento para sí mismo y sentándose pretendiendo estar simplemente indignado con Érico... Sus manos sobre la mesa y el suave golpeteo de su dedo indice de la izquierda sobre la derecha era más sincero.

Más que indignado, estaba preocupado.

Sabía que estaban en público y lo estaban por una razón... porque si lo veía a solas y las respuestas de su hermano no era de las más agradables, no sabía cómo podía responder. Las personas a su alrededor eran un medio para contenerse a sí mismo y, quizás, de alguna forma, también tener cierto "control" de lo que los otros pudiera y no hacer.

Tan pronto entro para seguirlos a la mesa notó ese pequeño tic nervioso que siempre había delatado a su hermano cuando eran menores y seguía haciéndolo, pero antes de que tuviera oportunidad de decir palabra, una de las amables señoritas se acercó a ellos con tres menús, presentándose sin esperar que ninguno le prestara realmente atención y anunciando que sería su mesera por el resto de la tarde y que se sintieran libres de ordenar.

"¿Desean algo de tomar?"

"Un Whisky"

Porque seguro lo iba a necesitar...

"Un coñac napoleón" pidió tras un pequeño silencio, sin siquiera mirar la carta antes de regresarla a la mesera, esperando que se fuera para ir por sus bebidas y la orden de Nadir, pensando hasta después que tal vez hubiera sido buena idea también pedir algo dulce.. para pasar mejor el trago amargo que seguramente Érico lo haría tomar.

Pero el alcohol podía estar... bien para eso también.

Sonrió con algo de ironía a su hermano y chistó, casi desafiante.

"¿Entonces...?"

Esperó a que la joven se retirara con esa que le parecía una animosa y grata sonrisa, prometiendo traer pronto su orden, recordándoles su nombre y finalmente dejándolos a solas nuevamente.

"Entonces. Vas a decirme qué es exactamente lo que se traen ustedes dos"

"Exactamente... nada que te incumba" repitió como antes, aun con una sonrisa y tono aparentemente amable pero que en el fondo dejaba resonar una molestia que luchaba por no hacerse tan evidente.

"¿Cuántas veces debo decirte eso? Qué estemos algo dentro del medio no quiere decir que tengamos que tengamos un affaire"

Sí, él y Nadir tenían algo que ver con el medio del espectáculo, en diferentes ámbitos tal vez, pero así se habían llegado a tratar. Esperaba que Nadir entendiera la fachada que tenía que dar frente a su hermano, su familia... no estaba negando nada tampoco, pero tampoco se lo iba a decir a su hermano.

"Tú y Richelle son igual de paranoicos. Deberías estar más al tanto de tus propios asuntos en vez de estar tratando de ver o solucionar la vida de otros cuando no hay nada malo con ellas"

"Mejor eso. Ya que estamos tratando de ver como va la situación sentimental de otro. ¿Qué tal va tu búsqueda de pareja?"

Su sonrisa completaba lo que su voz no había dicho y estaba seguro que Érico lo sabría leer perfectamente.

"¿Te decidirás por buscar algo formal? Debes pensar en Mishka también, que necesita una mamá..."

Frunció el ceño con la forma en la que ambos pretendían desviar el tema. Quizás tratar de hablar con los dos juntos había sido una mala idea.

"Esto no se trata de mí, estamos hablando de lo que estás haciéndole a tu familia con esas relaciones dudosas"

Apenas dijo aquello, notó a la joven mesera a su lado, con las mejillas completamente rojas, tratando de sonreír ante de anunciar que traía su orden, dejando las cosas sobre la mesa, errando el orden de los pedidos por los puros nervios por la mirada de Beltrán que se notaba acusadora hasta que simplemente pudo pedir disculpas y retirarse, aun con la vista de Beltrán sobre ella.

Su mirada no se apartó del rubio en ningún momento, mirándolo fijo, como si deseara matarlo, con semblante serio en todo momento, aun con el sonido de la copa, vaso y plato sobre la mesa. Aguantó sólo hasta que la chica se fue para hablar bajo y con evidente molestia... la que hace que la voz suene dura y fría.

"De verdad eres un bruto..." estiró su mano para tomar la copa de coñac que se había quedado frente a Beltrán, pasándole el postre que habían puesto frente a él a Nadir.

Dio un trago y lo dejó, mirando a algún punto en la mesa mientras golpeteaba contra la copa con su índice, sintiendo el sabor del trago en su boca, pensando.

"Ya estarás contento"

Suspiró para mirarlo, con el ceño fruncido.

"Esto tampoco se trata de ti. Lo que Nadir y yo hagamos con nuestras vidas es nuestro problema. Todo esto... no es más que una gran hipocresía de tu parte, si lo pensaras por un mínimo instante..."

¡A Bel le gustan jóvenes!

Primera reacción: Un pequeño shock en el que tuvo que preguntarse si realmente había escuchado lo que había escuchado. Acto seguido, voltear a ver a Nadir con una expresión sorprendida y un poco curiosa, pero al terminó de la animosa frase, sus labios temblaron ligeramente hasta que no pudo, ni quiso, contener la risa.

"Oh, Érico, de saber que todo esto eran celos tuyos."

"¡Qué?"

Lo miró incrédulo, soltándolo lo que fu su reacción inicial y la risa de Hugo sólo lo ponía de mal humor y amenazaban con abochornarlo. ¡Par de idiotas que no podían tomarse nada en serio!