Rezando

Sus labios soltaron un sonido suave, casi inaudible, similar a "mmm".

Los lugares como ese eran deprimentes. A ella le parecían deprimentes y no le gustaban, pero reconocía que su beneficio debían tener, en teoría, evitaban mocosos pidiendo dinero por allí, o muriéndose de hambre en las calles. En teoría, rescataban y propiciaban mejores oportunidades.

Ah, pero estaban carentes de presupuesto, espacio y gente especializada para ayudar. Era... como un intento muy, muy fallido.

"Necesitan psicólogos, gente que dé rehabilitación física, proveedores fijos, eventos y colectas de caridad. La iglesia generalmente recibe una cantidad considerable de dinero, es fácil adivinarlo, pensaría que pueden dar más. Quizás capacitar a sus mismos sacerdotes o monjas, pagarles estudios..." una sonrisa algo sarcástica se le escapó cuando escuchó su celular y lo sacaba "a menos de que crean que eso los distraerá de sus responsabilidades con su dios".

Miró el móvil y escribió algo rápido para que le llevaran las cosas a la cocina.

Los religiosos... siempre había sentido una especie de desprecio por las personas que se dedicaban exclusivamente a la religión. No les creía nada.

-Muchos de nuestros párrocos y religiosa obtienes estudios especializado, pero esa cualidad depende de cada persona y su camino, no intervenimos en los caminos de dios, sólo seguimos su designio así que para cada uno es diferente.-

Le comento con tranquilidad in tomar en cuenta aquella sonrisa, no sería propio mantenerlo como algo molesto, eso no sería algo digno, además era sólo una cuestión de visión, cada persona veía las cosas diferente, ella lo había visto en la religión que su familia seguía, en la variedad de creencia de aquellos lugares donde estuvieron.

-Tampoco debemos de temer por conocer caminos diferentes, es por eso que sin importar si nos acerquemos a los estudio o no, no influencia en nuestros deberes con nuestro señor.-

A Zina todo eso le parecía demasiado cómodo, demasiado… banal, pese a lo supuestamente espiritual del asunto.

Antes de decir nada, escuchó como se acercaba un joven con algunos cajones con verduras y otros ingredientes y pedía indicaciones a Zina para saber donde ponerlos, recibir su paga y esfumarse después, con la mirada de la morena en todo momento sobre él.

Tomó algunas de las verduras para lavarlas partiendo algunas de ellas para poder ponerlas en agua a desinfectar. No quería tardarse tanto. Volvió a la estufa y puso la llama del agua más baja casi inexistente. Sacó la pasta y, de nuevo, la partió para dejarla en el agua y que empezara a hacerse.

"¿Por qué te hiciste monja?"

No tenía una respuesta completamente definida para aquella pregunta, era difícil de explicar, era algo que deseo desde el momento que fue conociendo la religión, pero si debería de ponerlo en palabras reales, no encontraba las más adecuada para ella, era posible que era como que recibió la iluminación como varias madres decían o sólo porque era lo más adecuado para su vida que antes era algo monótona, era un estado vació.

-Mm, no sabría como expresar mi motivo, sólo fue un deseo que se formo en mi, conforme iba conociendo las tareas de las hermanas fui deseando forma parte de esa pequeña diferencia, aunque terminar con la decisión no fue fácil a final creo que fue porque realmente era mi camino a seguir.-

"¿Qué edad tenías entonces?"

Seguro era joven cuando lo decidió, ahora mismo lo era y no le extrañaría que hubiera sido un impulso de jovencita que no sabía a lo que en teoría estaba renunciando y a la que le lavaban el cerebro... O quizás era sólo que Zina era muy dura para juzgar esas cosas.

Curioso, si consideraba que uno de sus mejores amigos era, supuestamente, un devoto cristiano. Más bien precisamente por ese "supuestamente", imposible creerles nada.

-Tenía once cuando decidí seguir el camino de nuestro señor pero fue hasta años después que pude entrar completamente en este mundo alrededor de mis quince años.-

Le contesto, veía que era de personalidad fuerte pero conforme sus palabras parecía que no estaba de todo convencida de los designio de dios, era como si aun tuviera duda de ellos, aunque podía ser porque apenas estuviera descubierto su fe.

-En un principio fue un acto difícil ya que mis padres profesa otra religión pero aun así sentía que este era mi verdadero camino.-

"¿A los once!" había más sorpresa en ella de la que dejó que su voz mostrara.

Aunque, si lo pensaba, no había porqué sorprenderse, era bien sabido que era sumamente común para las religiosas convencer a sus pupilas de que lo que realmente querían era ser monjas, sores, cualquiera fuera el nombre que se dieran.

Ella había tenido sus aventuras con chicas de colegios católicos y, aun a las más fáciles, por lo menos en una ocasión, las había oído preguntándose si querían ser religiosas, pese a que en la mayoría de los casos, ni los padres de las mismas querían eso para ellas. Zina, en alguna ocasión, le había dicho a una que le parecía que sólo lo estaba considerando para fastidiar a sus padres, como la maldita rebelde que era...

Años después entendería el sistema por el que los religiosos (se cual sea su denominación) lograban lavarle el cerebro a la gente... Y una gran arma usar la vergüenza que sentía la gente por sus actos y, en base a su culpa, que alimentaban, ofrecerles, como si fueran los únicos capaces de hacerlo, la redención.

"No creo que los once... posiblemente ni siquiera a los quince, haya estado realmente consciente de las cosas a las que este tipo de, (¿cómo llamarlo?) ¿vocación? le exigían... ¿Qué tan sensato, o qué tan sincero, es renunciar a cosas que no se conocen?"

-La sinceridad se lleva en que tanta voluntad muestras en seguir el camino que has elegido, no digo que todos lleguemos a final... Hay algunos caso en los que renuncias ya cuando están a mitad del camino, pero al menos sabrán que a mirar atrás no veras arrepentimiento en tu actos.-

Le comento, tras sus palabras, en realidad su sorpresa no le extraño, lo había visto en muchos rostro, aunque el de esa persona fue más leve que la de muchos así que en parte si era algo más tranquilizador por decirlo de una forma.

-Sólo nos queda aceptar nuestro sendero tal y como se nos marca con todos los altibajos, aun cuando desconozcamos parte de un exterior...-

Su mirada no perdía de vista las facciones ajenas y la naturalidad con la que parecía responder a sus interrogantes, que parecían, seguramente, más bien un ataque a sus decisiones.

Desvió la mirada. Se dedicó a seguir preparando todo para la comida que se abría ofrecido a cocinar para los chicos y personal del orfanato, mientras masticaba bien las respuestas que la monja le había proporcionado.

Dejó algunas cosas calentándose y la pasta preparándose antes de conseguir dejar sus manos sin qué hacer. Libres para acariciar el dorso de los de la mujer a su lado, decidia a olvidarse por momento del título y vocación que ostentaba, reconociendo en la piel pálida, aunque fuera por un instante, su suavidad.

"Es una lástima que una mujer tan hermosa se prive de los placeres que puede ofrecerle casi cualquier otra vocación..."

Permitió aquel silencio que lleno la cocina por aquellos instante, aunque le pareció algo raro, pero no quería interrumpir los pensamientos de aquella persona, sólo le ayudaba con la preparaciones, aunque parecía tener todo controlado para esos momentos, escuchó su voz ante el roce de su mano, la miro hasta oír las ultimas palabras.

-... Gracias... Pero no creo que sea para tanto...-

"Oh, no, señorita..." dijo la última palabra en español, antes de llevar los dedos de Nabirye a sus labios y dejarle un beso sobre ellos "en eso tengo que decirle que de verdad se equivoca"

La miro a escuchar cambiar el idiomas, aunque lo que realmente le sorprendió fue el roce sobre sus dedos por aquellos labios, el tacto sobre la delicadeza cercano a ellos le hicieron sonroja, dejando ver el color resaltar sobre sus mejillas en ese rubor leve que no se oculto, entreabrió sus labios para cuestionar, pero no sabía cual seria la pregunta de la duda.

-...-

La reacción le encantó. Era justo esa mirada llena de duda lo que esperaba de ella.

Con su pulgar, acarició entre dos de los dedos juntos de la monja, cerca de donde se unían con su mano, haciendo la referencia a una zona "parecida"...

"Es muuuucho, la mejor de las sensaciones y, para mí, la única que realmente alcanza el éxtasis que buscan siempre los religiosos dentro de sus alabanzas y rezos. Como yo lo veo, su renuncia al sexo no es un verdadero sacrificio a menos que lo hayan experimentado alguna vez... entonces lo sería. Sabrían la verdadera pérdida y podrían ofrecer eso, si lo desean, a su dios... Antes no"

Sus palabras dejando ver aquella insinuación hacia aquel tema le dejo el carmín sobre sus mejillas, no reaccionando tan escandalizada como seguro harían las mayores, pero aun así muy apenada por tal comentario impropio de aquel lugar.

-Nuestra santa madre se mantuvo pura por el bien de nuestro señor… Es por eso que alguna seguimos el camino en no caer en la tentación… Para aquellos que han cruzado ese camino, su voto es diferente ante ese sacrificio de lo que conoce… Pero no por ello es menos duro…-

Se separo de ella un poco por el mismo acto de vergüenza que le había dejado.

Soltó su mano, sonriendo de lado para revisar que nada fuera a pasarse de cocinado, poco afectada por la situación.

"¿Caer en tentación? Entonces se ha visto tentada..." la miró por el rabillo del ojo. "Yo realmente no entiendo qué tiene que la castidad con servir en un lugar. Me parece más un distractor"

-Se que si en algun momento se detuviera a verlo con calma lo entendería.-

Le comento con una sonrisa, era como dejarle alguna reflexión de tarea o similar, pero es que no se podía influir en los pensamientos, el conocer el camino de dios dependía de cada persona, uno podía darle la guía pero cada uno debía de encontrar su luz.