Nombre:
Frederick Lowell
Edad:
33 años
Zona de residencia:
Greenwich
Ocupación:
Subdirector y profesor de literatura
Descripción física:
Castaño, de ojos color café, de tez ligeramente apiñonada, lleva el cabello algo largo, en capas por arriba del hombro. Es ligeramente bajo de estatura y de complexión media.
Descripción psicológica:
Obsesivo compulsivo y perfeccionista, una persona de carácter recto, muy leal a sus ideologías políticas y con altos estándares de justicia. Idealista. Comprensivo, paciente, un maestro que se tomará el tiempo de explicar las lecciones a sus alumnos cuantas veces le sea necesario para que las aprendan bien, es, además, de la creencia que un maestro debe estar dispuesto a escuchar y aconsejar lo mejor posible a sus alumnos, aun fuera de las aulas o a la materia, lo que lo hace poseedor de un aire paternal. Usualmente tranquilo, toma demasiado sacarlo de quicio.
Gustos:
Es adicto al café, entre más cargado mejor. Le gusta mucho leer, conversar, debatir, la gente que sabe lo que quiere y las tardes de lluvia.
Desagrada:
No es muy afecto a las cosas dulces. Odia l olor a cigarro y el del alcohol. La gente cínica e irrespetuosa. La impuntualidad.
Historia:
Era uno de los herederos de una familia acomodada, pero al cumplir la mayoría de edad optó por romper sus lazos familiares al enterarse del origen de la riqueza de su familia, algo que sus altos estándares de moral no podían concebir.
Al no aceptar la ayuda de su familia, tiene que empezar a trabajar para poder pagarse sus estudios. Con mucho esfuerzo y algunos trabajos de medio tiempo logra terminar la carrera de Filosofía y Letras que le permite conocer a una linda joven estudiante de Psicología, Amanda, que resulta ser hija de quien en ese entonces era su patrón. Luego de un tiempo de salir con ella y, con la aprobación de quién se convertiría luego en su suegro, se hacen novios y más tarde contraen matrimonio, de modo que para sus 24 años ya estaba esperando a su primer hijo.
Pero las cosas no resultaron tan bien como en ese momento, y la vida perfecta que se había construido luego de dejar a su familia para integrarse a la de su esposa se vio afectada por un terrible hecho. Complicaciones en el parto y una hemorragia le costaron a Amanda no sólo su vida, sino la de su pequeño, dejando a Frederick destrozado.
Por suerte, sus suegros estuvieron allí como un apoyo, casi como sus segundos padre y madre y, pasados los años, logró superarlo, aun después de que ellos dejaran la cuidad. Ahora vive en un departamento en Greenwich y se dedica a dar clases de literatura en la escuela preparatoria de Wimbledon, donde es subdirector.