Bienvenido

Llegó corriendo a Scarlet Oak Garden ese día le tocaba turno en aquel lugar, entro por la puerta de servició saludando a los presentes antes de ir hacía los casillero para cambiarse pasando a tomar el uniforme de lugar para dejar doblado el de su escuela, cuando estuvo listo salió para cumplir su jornada viendo que nada estuviera fuera de su lugar.

Se reporto primero con los que estaban en servició para que fueran consciente de que había llegado cuando vio entrar a alguien se acerco para dar un agradable recibimiento, le guio hacia su mesa entregándole un menú permitiéndole espacio de escoger antes de volver de nuevo a la mesa que ocupo el cliente, unos valiosos minuto le dio los cuales le sirvió para atender alguna otra mesa aunque aun estaba tranquilo pues sólo se veía tres mesas ocupadas aunque no dudaba que era preludio de que en unas hora será casa llena.

Había llegado el giro semanal del abuelo con una cantidad que con toda seguridad parecería excesiva para cualquier otro habitante de Greenwich y realmente lo era, pero no para ella… acostumbrada en otros tiempos a gastar a manos llenas, verse limitada por muy ligeramente que fuera le crispaba la escasa tolerancia que tenía; hizo berrinche unos minutos mientras se desplazaba por su departamento haciendo un ruido infernal con los tacones altos hasta que se calmó… bueno, se relajó al recordar que después de todo a la mañana siguiente le pagarían unas sesiones que hizo para una tienda de ropa, y al final de la semana el perdedor que trataba este mes de llamar su atención sin duda le compraría algo bonito…

-Me merezco mínimo un gusto al día…-

Sentenció agitando frente a ella el sobre pesado del giro… casi brinco del sillón cuando decidió a donde ir a regalarse un “gustillo”, el maravilloso Hampstead y su exquisito Scarlet Oak Barden habían sido los afortunados elegidos… tomaría una deliciosa malteada y unas crepas… se duchó con toda la pereza del mundo y puso especial cuidado en su arreglo personal, un vestido largo y hermoso de seda verde agua con cintas de azul celeste adornándole la cintura, el cabello trenzado cuan largo era con cintas del mismo tono adornándole, y un sombrero elegante acorde a sus altas zapatillas, y así, caracterizada de princesa, se enfiló al café después de conseguir un carro que la llevase hasta allá.

Cuando llegó disfruto enormemente de que l lugar estuviese relativamente vacío, se lleno los pulmones del agradable olor del café.

-Mesa para uno querido…- musitó dulcemente.

La llegada de un nueve cliente se vio en aquel lugar así que le toco de nuevo recibir pasando a escuchar aquella voz la cual se le hizo muy chillona por una razón, sonrió sólo por el protocolo. -Buenas tardes.-, Saludo antes de hacer la indicación que le siguiera para acomodarla en una mesa, eso estaba realmente mal aquella persona no le daba buena espina era como si fuera extraña aunque podía ser sólo como se notaba.

Dejo que escogiera la mesa tras darle agradable opciones permitiéndole sentarse y ayudándola a que le hiciera, debía de comportarse aun cuando había algo que le cayera mal de esa persona, aunque en ese segundo no sabía que, pero no importaba realmente solo era atender su orden y no verla hasta que pidiera su cuenta con eso terminaba.

Acostumbrada como estaba a percibir rápidamente reacciones involuntarias e inmediatas, pudo notar el ligero desagrado que el otro había sentido por ella, la mueca disimulada de desagrado al escuchar su voz y se preguntó si lo habría fastidiado en alguna ocasión con sus peticiones caprichosas que solían poner de cabeza hasta a los meseros o vendedores con más temple… no lo reconocía y un rostro de tan deliciosa molestia nunca se le iba de la memoria… Ah, la vida era una madre generosa, y la acababa de entregar no sólo un rato de gozo en su café favorito, si no a un perfecto blanco de sus “finas atenciones”… eres mío cariño… sentencio sonriendo divertida mientras se sentaba en su mesa.

Esperó pacientemente la carta y dejó que el joven huyera mientras ella decidía que tomar, y en realidad estaba decidiendo cómo ordenaría las cosas, de qué manera y un plan para molestar a ese adorable conejito de cabellos oscuros…

-Querido! Querido ven por favor!…- llamó con la voz más dulce que pudo específicamente a ese muchacho, a nadie más aceptaría para que la atendieran.

Atendió otra mesa pasando a llevar su pedido antes de verse libre de nuevo que para su desgracia fue cuando aquella joven hablo, dejando la charola tomo la pequeña libreta donde anotaba los pedidos pasando a ir donde la joven. -En que puedo servirle, ¿Desea ordena?-, Fue amable como siempre solía hacer con los clientes aunque le costara un poco y más después de aquella vocecita que casi destruye sus tímpanos, espero que le dijera su orden aunque de cierta forma vio algo que no le agrado como una risita, no, de seguro era su imaginación.

Le miró al rostro y sonrió con dulzura, definitivamente era un lindo prospecto, perfecto para el día y si mostraba madera, quizá el consentido de la semana… la verdad sea dicha, nadie desearía ser el mesero consentido de Liz.

-Hola mi vida... claro que lo deseo... mira, quiero una malteada de fresa amor, especialmente dulce… cuando esté lista me la traes tú querido…-

Le dijo con la misma voz melosa e infantil que usaba cuando estaba disfrutando de veras del sondeo de terreno, le haría volver por una rebanada de pastel, y quizá después un par de galletas… unas fresas con crema… lo traería de un lado a otro a placer, al menos hasta ese momento el plan era relativamente “inocente” a ver si algo cambiaba al pasar de los minutos.

-Enseguida.-, Menciono con un leve gesto antes de retirarse a ver que era todo, aquella voz le estaba causando un terrible dolor de cabeza simplemente era un tono que no soportaba ni poco, aunque no podía ser malo y ser grosero con la joven por más molesta que fuera su voz era un cliente, espero que estuviera la orden lista para llevarla a la mesa correspondiente pidiéndole a otro colega que lo cubriera en otra mesa que también lo solicitaba. -Aquí tiene, espero lo disfrute.-, Le indico cuando termino de acomodarlo en la mesa.

Sonrió encantada al verlo partir acomodando su rostro encima de los dedos entrelazados de sus manos, era realmente precioso, más por lo esforzado que estaba siendo en ser monosilábico y amable con ella, parecía que cuando hablaba el otro sufría de un leve y casi imperceptible tic en el rostro… algo encantador.

-Espera dear, quiero que me traigas unas crepas de fresa con chantilly, con muchas fresas, las más frescas querido…-

Le susurró divertida mientras tomaba la pajilla de su bebida y le daba un callado sorbo mirándolo coqueta, aunque su intención no era seducirlo, si no molestarlo.

-En seguida.-, sólo menciono anotando en su liberta para agregarlo a la cuenta por lo cual ignoro aquel acto coqueto que era como si simplemente se le hiciera horrible aquella joven, aunque no era de todo false realmente no se le hacia atractiva o similar sólo era molesta se dio la media vuelta para ir por aquel pedido ordenándolo antes de esperar de nuevo su turno mientras llevando otro pedido a otra mesa antes de que le informaron que ya estaba listo. -Aquí tiene.-

Le informo a dejarlo lentamente su pedido esperando por si acaso deseaba pedir otra cosa que por su bien mental esperaba que no porque ya estaba arto de la voz, pero seguía manteniendo su suave sonrisa.

Aquello era más dulce de lo que había esperado, lo estaba disfrutando como niña en navidad, y no por el delicioso sabor de su bebida; no, lo que disfrutaba con inmenso placer era el rostro ajeno, aunque no dejaba de ser amable, los ojos no mentían, menos para alguien tan atenta a las reacciones que causaba en otros, al menos cuando le interesaba darse cuenta.

-Rico…-

Miró encantada las crepas cuando se las dejó enfrente, la verdad, tanta fresa la distrajo un poco, eran como una droga personal… sin mirarlo le hizo un gesto con la mano para que no partiese aún.

-Quiero saber, después de esto, que me recomiendas tomar querido… dímelo…- y no se quedó contenta con eso, mientras probaba las crepas ensartando en su tenedor una generosa fresa con crema pastelera hizo que el peliazul repitiera sus sugerencias tres veces “porque no se decidía por qué más pedir”

No podía dejar de sonreír y no por gustos era más bien porque era un protocolo en su amabilidad de mesero si pudiera hubiera suspirado pesadamente o hubiera renegado de haber sido él quien recibió aquella señorita, pero no debía de hacer eso ni nada similar así que sólo aguantar hasta que se fuera aquella persona y así podía ser feliz al menos un rato.

-Dependiendo de su preferencia ha algunas bebidas que sería adecuado para acompañamiento de los sabores que degusta.-, Le menciono con tranquilidad, recomendando algunas malteadas, entre otras bebidas especiales de aquel lugar.

-Mmmmm-

Mientras escuchaba las opciones del joven que a todas luces preferiría atender el resto de mesas el solo con tal de dejar de atenderla a ella, Liz se dedicaba felizmente a comer su crepa, masticar lento las fresas y hasta darse el lujo de tomar alguna y quitarle la crema dulce de encima con la lengua casi como si ignorase al joven pero sin permitirle marcharse de su lado.

-No me decido, a ver… un té helado… pero en un cuarto de hora, ni más ni menos querido…- alzo la vista hacia el clavándola en los ojos del peliazul –Y no te olvides de traerla tú amor, me encanta tu forma de hablar…-

Hubiera deseado que se atragantara con una fresa, pero pena que no ocurriría así que sólo podía esperar con aquella leve sonrisa que estaba orillado a tener para que sintiera que le daba los mejores de los servicios. -Bien, en unos momentos regresare con usted, con su permiso.-, Declaro para retirarse y atender otras mesas, pero realmente deseaba que terminara su turno y huir de esa mujer.

El tiempo pasaba y le mandaron a llamar al parecer era momento de su tortura, es decir de llevar aquel té así que decidió hacerlo como dicen al mal paso darle prisa. -Aquí tiene su té helado.-, Le indico antes de agregar. "espero sea de su agrado." para esperar algún otro pedido o retirarse a continuar con lo suyo.

Le dejó escapar un momento con tal de poder disfrutar de su postre concentrada de lleno en las fresas, la delicada crema y el sabor… sencillamente podía perderse frente a alguna de esas delicias y olvidarse del mundo… por ello la necesidad de alejar a su nueva presa… por cierto… cómo se llamaba el encantador conejito.

El chico llegó son su pedido y esa sonrisa tan amable que había mantenido en su rostro a fuerza de tenacidad quizá.

-Gracias my dear… espera tesoro… requiero tu nombre, llamarte con nombres de pastel puede resultar comprometedor… ¿Cuál es tu nombre? Me ha encantado tu amabilidad…-

Cuando escuchó que le agradecía el servició se dio media vuelta para retirarse pero fue justo en ese segundo que la escuchó, volteo con su tranquilidad profesional ya que no le quedaba de más. -Mi nombre es Yves, Me siento alagado de que le haya gustado mis servició, gracias por sus palabras.-, Le menciono dejando una media reverencia en forma de agradecimiento ya que debía de seguir siendo amable sin importar que tan molesto era el cliente y aquella joven bueno no era de sus mejores clientas.

Su sonrisa se afiló mientras apoyaba los codos en la mesa y entrelazaba sus dedos finos y blancos unos con otros para sostener su barbilla en esa improvisada posición desde la cual recorría centímetro a centímetro al chico.

-Yves qué…-

Insistió dispuesta a dejarlo ir a atender otras mesas después de aquello, su estomago de chica no toleraría tomar más cosas ese día, estaba satisfecha de postres y dulce… pero aún no del chico… Yves… estaba resultando ser más delicioso que las crepas… y su mente empezaba a colocarlo entre sus victimas favoritas…

-Disculpe pero no le puedo dar mayor información.-, Se disculpo con aquella señorita que le estaba causando tanto malestar, si le había dado el nombre era porque sencillamente era un fato que no podían ocultar ninguno de los meceros, pero lo demás no era obligatorio decirlo. -Si me disculpa debo continuar atendiendo, puede llamarme si desea algún pedido más.-, Se disculpo con ella de una manera cortes y con una leve sonrisa.

La negativa ajena no hizo más que encumbrarlo en sus intereses, desplazó de golpe a personas que bien vistas ahora no eran tan divertidas como ese conejito huraño y escurridizo que se forzaba a ser amable pero sin duda deseaba huir de ella; su sonrisa delicada y adornada por su pintalabios dulce se curvó felinamente como sus ojos dejándolo partir mientras ya planeaba el siguiente movimiento, por hoy no lo molestaría más… pero no se iba a marchar ese día sin su nombre completo, se lo podía sacar a cualquiera de los otros perdedores que trabajaban ahí, bastaba una sonrisa agradable y un billete más agradable aún.

Terminó con lo que había pedido, se hizo tonta siguiendo los movimientos de su querido conejito y perdió algo de tiempo en el tocador antes de interceptar a otro de los trabajadores al cual interrogó durante escasos segundos con su sonrisa más encantadora… al final obtuvo lo que deseaba y se sintió lista para marcharse a casa…

Llamó a su mesero delicadamente pidiendo la cuenta…

Estaba feliz atendiendo las otras mesas, esperando no se molestado de nuevo aunque sabía que en cualquier segundo sería llamado, bueno mientras debía de atender a otras personas que eran mas soportable que la señorita, no era que fuera una bruja, sencillamente no le agradaba su forma de actuar, su estilo, sencillamente su todo, no era amigo de esas cosas.

-Su cuenta.-, Le menciono a llegar con el dato que le había pedido, extendiéndole el recibo para que supiera el saldo que debía de pagar, eso de cierta forma le ponía feliz porque significaba que ya se libraría de ella y si era bueno el destino jamás en toda su existencia la vería.

Se sentía victoriosa y ebria de poder, parecía que había obtenido el protagonista de la obra del momento, y no el simple apellido de un mesero… para ella eso era mejor, mucho mejor que una malteada bien hecha… significaba que con un poco de investigación se toparía con él cada que le viniera en gana…

-Gracias querido… ha sido un placer…-

Se portó decentemente amable recibiendo la cuenta y dejándolo irse sin más, dejó el pago para su consumo y además una propina generosa, después de todo el chico le había dado algo mucho mejor que el dinero… un objetivo, y podía durarle el capricho un día o una semana… pero lo valía…

Al levantarse para marchar a la puerta encontró el modo de cruzarse con él, mientras caminaban a puntos contrarios alcanzó a susurrar un… “Hasta pronto Yves Neveu” que el otro pudo o no haber escuchado por la forma baja en que lo dijo, caminó sutilmente hasta la entrada para salir del lugar flotando de gusto, realmente había valido la pena…

Le vio retirarse y realmente agradeció a todos los dioses por eso, ahora paso a regresar a limpiar la mesa pero la vio pasar a su lado escuchando algo aunque no de todo seguro haber escuchado bien, pero si había sido así realmente estaría en problema quien entrego su apellido, aunque pronto olvido ese accidente cuando la ente empezó a llegar de una manera mas fluida y no tenían tiempo ni para tomar descanso alguno.