Habitación 405

Un número: 405, tan fácil como eso, tan simple. Así debían ser las cosas, ¿no? El mundo estaba lleno de complicaciones pero siempre había escapes y la mayor parte de las veces, los reales, lo "mejores" estaban en las cosas no convencionales, en las improvisadas, las que no permitían a uno tener expectativas de ningún tipo y que, al final, se volvían de las que estaban más llenas de satisfacciones.

Del vaso del que se había hecho ya lo había vaciado y, seguido a eso, sólo había echando un vistazo para ubicar donde estaba su sobrino, para asegurarse de que estuviera entretenido para poder colarse con discreción entre los invitados hasta el elevador, por el pasillo y a la habitación con el número 405.

Pasó la llave y abrió para encontrarse con el otro ocupante de esa habitación, pintando en sus facciones una expresión que bien podía contrastar completamente con la de la persona en la fiesta. El cerrar de la puerta a su espalda supuso una sonrisa ladeada en su rostros al tiempo que se llevaba una mano a la corbata, aflojándola apenas un poco.

"¿En qué estábamos?"

Sonrió con lasciva reconociéndose en los ojos ajenos, acariciando su aliento con el suyo al tiempo que le pasaba un brazo por la cintura y con la otra mano se terminaba de quitar la corbata antes de dejar espacio para que sus labios rozaran los ajenos en abierta tentación.

¿Había necesidad de más palabras?

Apretó su acarre en Shin asiéndolo más a su cuerpo para robar un beso de verdad, pasional, ligeramente agresivo y demandante, pero no demasiado, suficiente para marcar un ritmo que buscaría después una de sus piernas, en un movimiento sutil, colándose entre las del policía para invertir posiciones y ponerlo contra la puerta, rompiendo el beso para degustar el ligero sabor y aroma a alcohol en el aliento ajeno.

"Tsk... el oficial ha estado bebiendo en horas de trabajo..."

La corbata que había mantenido en su mano servía ahora soga, encontrando una de las manos de jefe de policía, capturando su muñeca para alzarla sobre su cabeza.

"¿Qué se hace en estas ocasiones?"

"Exacto"

Esa era justo respuesta correcta, la que hizo a su rodilla moverse entre las piernas ajenas, tentando esa zona que parecía desesperada. Y él que había pensando que estaba tratando con alguien más "maduro", estaba respondiendo como un jovencito.

Para él, lo era, seguramente.

Sonrió y con un movimiento bien entrenado y valiéndose de su amarre, lo hizo voltearse y quedar con el frente viendo hacia la puerta y una mano en la espalda para poder tener a su disposición el trasero del jefe de policía, para acariciarlo con una de sus manos y disimularlo después, como si de una revisión de rutina se tratara.

Sintió el movimiento ajeno, pudo verlo claramente, sentirlo contra sus manos, contra su cuerpo que estaba también, terriblemente cerca del otro.

Esa sonrisa maliciosa y la mirada retadora que por sí misma parecía sonreír presta para otro tipo de travesuras. La adrenalina recorría su piel al tiempo que su mano inspeccionaba entre las piernas que se abrían en clara invitación y terminaban en esos glúteos que, casi desafiantes, parecían alzarse hacía él.

Su sonrisa igualó a la ajena en malicia, cuando su mano se cerró contra su trasero y acercó más el cuerpo, dejándolo sentir algo de lo que le esperaba chocando su cadera contra la ajena, mientras pegaba su aliento caliente al oído ajeno.

"Qué osado al provocar a un militar"

Le pequeño lametón sobre sus labios era la perfecta ironía para la primera respuesta del oficial, si no era que toda la situación entera lo era, y el saberlo podía más con él que la postura por sí misma, el reto que suponía el sentir las provocaciones, la ligera succión en su labio inferior y esos ojos que parecían esperar ansiosos entre frases de reto abierto.

Más que una respuesta verbal, dejó que sus labios y dientes contestaran por él al capturar entre sus afilados marfiles el labio contrario, conjugando la sensualidad y violencia que suponía por sí misma una mordida suave y el rodar de sus labios por el cuello del policía para imitar el lametón del otro, ahora en su cuello. Y, aunque existía la tentación, no era un chillo exhibicionista como para dejar marcas en lugares visibles... esas las reservaba ahora para los lugares que sólo ve la persona implicada y recuerda con un sonrojo.

"Puede estar seguro de que sí"

Su mano se apartó de su presa sólo para tomar su otra mano para atarla junto a la primera, olvidándose de cuidar la corbata (si regresaba sin ella, ¿qué más daba? Tenía muchas). Ahora, con el sujeto "esposado", las propias manos estaban libres para hacer y deshacer a su antojo, colándose bajo la camisa del rubio y por enfrente entre sus piernas, sintiendo su dureza, esa excitación ansiosa que masturbaba sobre ropa.

Los sonidos eran siempre de lo más excitante, no los gritos, sino los bajos y roncos sonidos de una voz en éxtasis...

Sonrió en el beso, siguiéndolo sólo mientras sus manos se deshacían hábilmente del botón y el ziper del pantalón ajeno para colar su mano para atender la piel caliente, de la base a la punta ejerciendo una suave pero apreciable presión todo el camino, acariciando la punta con la yema de los dedos al final antes de rodear el borde del prepucio con los mismos y bajarlo un poco, descubriendo la cabeza del pene, buscando sentir en sus dedos los indicios de humedad.

Su lengua emulaba los movimientos de sus dedos contra el otro músculo húmedo y caliente, pese a que se había dicho que le dejaría guiar el beso... Simplemente era demasiado tentador el tomar el control y, cuando rompió el beso, su lengua lamió ligeramente el labio superior antes de morder el inferior mientras retiraba su mano de aquel necesitado órgano para llevar sus dedos a la boca de Shin.

Separó ligeramente los labios mientras veía y sentía las "caricias" que eran proporcionadas a sus dedos por la boca ajena, imaginando justo lo que se esperaba que imaginara. Los hilos de saliva que quedaron en sus dígitos eran como finas hebras de telaraña medio trasparentes y romperlas era...

Cerró la mano antes de llevarla sin mucho aviso al muslo ajeno para alzarlo después guiarlo apenas a unos pasos hasta el sillón, haciéndolo caer en él, con la parte trasera de las rodillas en el descansabrazos, su otra mano había hecho a los brazos atados del menor dejar su cuello para quedar sobre la cabeza del rubio siendo sostenidos allí por la muñeca para poder contemplar lo que tenía frente a él apenas un instante antes de empezar a desabotonar con algo de violencia y una sola mano los primeros tres botones de la camisa ajena dejando descubierto el pecho para que sus dedos exploraran la piel, encontrando uno de sus pezones, apresándolo entre sus dedos, torturándolo al tiempo que una sonrisa se le formó en los labios...

La sonrisa del cazador frente a su presa.

Las reacciones del otro cuerpo eran suficientes para encenderlo, la calidez de la piel ajena y el sonido de placer contenido.

Acercó el rostro al pecho ajeno y lamió lentamente la línea media entre este antes de tomar el pezón que no había sido atendido por su mano con los dientes, mordiendo ligeramente antes de atraparlo por completo en su boca, soltando las muñecas del menor para, con esa mano, bajar el pantalón hasta sus rodillas, apresando la hombría en su mano, apretando de la base a la punta mientras su mano se movía buscando ese líquido espeso pre-seminal que pudiera usar de lubricante, su dedo pulgar acariciando la punta del glande en movimientos circulares.

Pequeños escalofríos le recorrieron la espalda ante la sensación de los dedos acariciando su cabello, y al frío le seguía un calor intenso.

Su boca hizo un suave sonido al romper el vacío que se había hecho en ella mientras succionaba el pezón ajeno, y un pequeño hilo de saliva mantuvo unida la piel del oficial con su boca, similar a lo que pasó con su mano al abandonar, tras un par de caricias extra sobre su hombría.

Se las averiguó para quitarse el saco sin perder la valiosa esencia de su mano desabotonando apenas los primeros botones de su camisa, dejando entre ver apenas un poco el inicio de un tatuaje en su hombro que seguro continuaba en su espalda.

Unos pocos besos en el cuello y una mordida fue lo que siguió y la mano que había estado entre las piernas del menor ahora estaba acariciando uno de sus glúteos, separándolo del otro con un apretón mientras su dedo medio buscaba cierto anillito de carne oculto.

Sintió la pequeña ayuda del menor cuando este alzó sus caderas para él, dejándole encontrar sin mayor dificultad esa puerta al placer de ambos que penetro con su dígito, sintiendo la resistencia natural de ese cuerpo y lo estrecho que estaba. Al parecer, y pese a que el coqueteo del otro le había parecido tan natural, no era algo que hiciera tan a menudo.

Los pensamientos momentáneos se fueron cuando la mordida y los besos sobre su piel lo hicieron recordar que sólo era importante ese momento. Cerró uno de sus ojos soltando un gruñido suave en su garganta mientras sentía aquellas atenciones a su piel y oreja que le hacían corresponder de una manera mucho menos sonora pero igual de pasional los sonidos ajenos, mientras al primero de sus dedos se le unió un segundo dígito, empezando a entrar y salir en el cuerpo del policía.

Poco a poco dilatándolo, porque él mismo sabía que el propio cuerpo no quería tener que esperar mucho más, quería penetrarlo.

Sacó sus dedos del interior y acarició las fuertes piernas del policía hasta llegar a las rodillas, tomándolas por la parte de atrás para alzarlas, dejando una de ellas en lo que era el respaldo del sillón para poder usar su mano para liberar la propia hombría y guiar su camino hasta la entrada del rubio, acariciando la piel de la cara interna del muslo antes de penetrarlo de una sola estocada.

Un jadeo se le escapó de los labios al sentir como era recibido por las paredes internas del menor y la resistencia natural que ejercían a su al rededor, decidiendo esperar unos segundos a que el cuerpo de Shin se acostumbrara a él antes de empezar a moverse en su interior, primero lento y poco a poco, aumentando la velocidad.